En las distintas culturas mesoamericanas, los principales señores y los guerreros prominentes eran a su muerte objeto de complejos ritos funerarios. De acuerdo con su destacada posición social, se les hacían ricas y abundantes ofrendas, se les ataviaba para su viaje al inframundo, se llevaban a cabo diversos ritos para propiciar adecuadamente su tránsito entre el mundo de los vivos y el de los muertos y, finalmente, se les sepultaba. Se trataba de una ceremonia en la que participaba activamente el resto de la sociedad. Entre algunos grupos, como los purépechas y los mexicas, se acostumbraba la cremación de los restos mortales de los soberanos, los que posteriormente eran colocados en urnas funerarias.