Yuri Knórozov. El descifrador de la escritura maya
Los antiguos mayas contaban con un complejo sistema de escritura, semejante a los usados por otros pueblos del mundo, tanto antiguos como modernos. Este sistema fue desarrollado a lo largo de los siglos y desafortunadamente se perdió de manera gradual con la conquista española, pues al estar asociado con el politeísmo la Iglesia proscribió su uso, incautó y destruyó los documentos elaborados con esta escritura y persiguió a los escribas y a sus lectores.
Como todos los sistemas de escritura del mundo, el de los mayas estaba compuesto por un conjunto de signos que, bajo determinadas convenciones o reglas de composición, reproducen la lengua hablada, tanto en sus sonidos como en su gramática. El escritor y el lector deben conocer estas convenciones si desean transmitir o adquirir el mensaje expresado a través de esos signos.
Debido a que, en el caso de la escritura maya, el conocimiento de sus convenciones se perdió cuando dejaron de existir las personas que las manejaban, los textos escritos con este sistema se tornaron incomprensibles. Para hacerlos asequibles de nuevo se requirió ejecutar un trabajo de recuperación de las mismas, labor a la que llamamos desciframiento.
Fue el historiador soviético Yuri Knórozov (1922-1999) quien, a inicios de la década de los cincuenta del siglo XX, logró esta hazaña. Antes que él muchos otros académicos, en mejores condiciones, lo habían intentado sin éxito, aunque algunos de ellos habían alcanzado logros fundamentales en el estudio del sistema numérico y calendárico de los mayas.
Imagen: Folio 45r de la Relación de las cosas de Yucatán (copia del siglo XVII o XVIII basada en un original perdido de 1566), elaborada por fray Diego de Landa. “Los signos reproducidos por Diego de Landa… tienen, efectivamente, el valor fonético que él les había atribuido. Eso, naturalmente, no quiere decir, ni mucho menos, que esos signos no puedan tener ningún otro valor, ni que la escritura de los mayas haya sido totalmente fonética, como tampoco quiere decir que con esos signos quede agotada la relación de los signos fonéticos… Landa mismo dice con toda claridad que no reproduce todos los signos” (Knórozov, 1953, p. 20). Los jeroglifos contenidos en la obra de Landa constituyen un biescrito o especie de piedra Rosetta, sin el cual no hubiese sido posible el desciframiento. Foto: Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.
Alejandro Sheseña Hernández. Investigador de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. Especialista en semiótica, religión y epigrafía maya.
Erik Velásquez García. Investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y coordinador del posgrado en historia del arte de la misma universidad. Especialista en historia del arte, historia y epigrafía maya.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Sheseña Hernández, Alejandro y Erik Velásquez García, “Yuri Knórozov. El descifrador de la escritura maya”, Arqueología Mexicana, núm. 177, pp. 44-49.