La Pintada, Sonora. Voces en el viento, señales en tierra y roca

Blanca Eréndira Contreras Barragán, Manuel Graniel Téllez, Dai Elihu Blanquel García

La riqueza y diversidad de sus diseños pictográficos han hecho de La Pintada el sitio arqueológico con pintura rupestre más conocido del estado de Sonora. Las recientes investigaciones han mostrado la gran complejidad cultural del sitio y han abierto nuevas perspectivas de investigación.

 

La Pintada está situada en un cañón del mismo nombre que forma parte de la Sierra Libre, pequeño macizo montañoso de la planicie costera en que se extiende el desierto de Sonora, un árido paisaje de escasa y dispersa vegetación donde la gobernadora, el ocotillo, el palo fierro, el jito y los mezquites esperan pacientes las escasas lluvias. Este paisaje no ha variado en los dos últimos milenios, como se evidencia en la gran mayoría de los sitios arqueológicos registrados en el área: campamentos de carácter estacional –es decir, ocupados solo durante una parte del año– cuyos habitantes, organizados en grupos compactos y muy móviles, recolectaban para subsistir diversos tipos de frutos y semillas, pescaban y cazaban.

Es claro que la supervivencia de estos grupos dependía tanto del conocimiento del territorio como de la disponibilidad de recursos, y especialmente de agua. Su escasez en un ambiente desértico convierte los lugares donde abunda, como en éste, en puntos nodales del territorio. Por ello, la Sierra Libre se erige como un auténtico oasis, ya que contiene gran cantidad de tinajas –depósitos naturales de agua– y la abundancia del líquido se refleja en la cantidad y calidad de los recursos disponibles. Varias tinajas en el cañón de La Pintada se llenan durante las lluvias veraniegas y se recuperan durante las lluvias de invierno, también conocidas como equipatas.

Forman La Pintada dos componentes arqueológicos: dentro del cañón se encuentran las pinturas y grabados rupestres, mientras que en el exterior, sobre la planicie aluvial del cañón, se localizan vestigios de diversos campamentos estacionales agrupados en una extensa área, caracterizados por una concentración de material arqueológico: cerámica, herramientas de piedra, concha marina y artefactos de molienda.

 

El área de campamento

 

La mayor parte de estos materiales arqueológicos se inscriben en la tradición arqueológica conocida como Costa Central, y son particularmente semejantes a los hallados por Edward Mosler y Thomas Bowen en los sitios de la región de Tastiota y Punta San Antonio, en la parte sur del área de la Costa Central. Hasta ahora, La Pintada es el sitio asociado a esa tradición arqueológica que más lejano se encuentra de la línea de costa.

La ocupación del área de campamento alcanzó su mayor intensidad durante el periodo 700 a 1600 d.C., a juzgar por la abundancia de cerámica tipo Tiburón Liso; la presencia de esta cerámica, así como la correspondiente a los tipos Seri Histórico y Seri Moderno, nos muestra una continuidad cultural que permite inferir la presencia de grupos de la tradición Costa Central, así como seris históricos o concaác, sin que esto signifique que ellos hayan sido los únicos pobladores del lugar o que el componente rupestre del sitio sea obra exclusiva de este pueblo indígena.

 

Contreras Barragán, Blanca Eréndira, Manuel Graniel Téllez, Dai Elihu Blanquel García, “La Pintada, Sonora. Voces en el viento, señales en tierra y roca”, Arqueología Mexicana núm. 97, pp. 62-65.

 

• Blanca Eréndira Contreras Barragán. Arqueóloga por la ENAH. Investigadora de la Sección de Arqueología del Centro INAH Sonora. Directora del Proyecto Arqueológico La Pintada.

• Manuel Graniel Téllez. Arqueólogo por la ENAH. Adscrito al Proyecto Arqueológico La Pintada.

• Dai Elihu Blanquel García. Arqueólogo por la ENAH. Adscrito al Proyecto Arqueológico La Pintada.

 

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