“¡Oh, que formidable cosa es el silencio!
En medio de esa comarca desierta, rodeada de la selva virgen que se extendía a lo lejos, sobre las tranquilas aguas del río, y, como si fuese una barca cargada de sombras, el cayuco se deslizaba sigilosamente”.
Desiré Charnay viajando por el Usumacinta en 1859
Como un primer acercamiento para desarrollar una línea de investigación sobre las tradiciones de navegación fluvial en Tabasco, en 2020 mandamos hacer un pequeño cayuco en el ejido Ribera Alta Salsipuedes, municipio de Centla, e hicimos nuestras primeras notas etnográficas.
Al indagar sobre quién podría construir un cayuco en la Reserva de la Biosfera Pantanos de Centla nos informaron que el señor Horacio Jiménez Montejo, ebanista de 70 años de edad, todavía resguardaba el conocimiento sobre la construcción de cayucos de madera.
Nos dirigimos hacia el lugar de nombre tan motivador y corroboramos que, efectivamente, para llegar al punto de nuestro destino debíamos dejar la camioneta y continuar nuestro trayecto en una lancha de motor. Nos recibió Nico García Jiménez, nuestro guía e interlocutor para acordar el proyecto de construir y registrar la construcción del cayuco.
La elaboración de un cayuco se divide en cinco etapas principales. Una vez cortado el tronco, inicia el desbaste de la madera hasta dejar el núcleo principal con el cual se procederá al labrado. En esta fase radica la parte central de la actividad; el labrado en manos de expertos es lo que determinará si se transformará en la embarcación fluvial por excelencia.
Es decir, el conocimiento, las habilidades y sobre todo la experiencia del constructor transformarán un tronco en un vehículo que cumpla con las características de flotabilidad, desplazamiento sobre el agua, capacidad de carga y estabilidad.
Sobre la aparente sencillez de una canoa, la historiadora colombiana Lina Rocío Medina, en su investigación sobre la movilidad fluvial prehispánica, resalta el carácter complejo y eficiente del conocimiento tradicional, e indaga sobre el entendimiento abstracto que se encuentra detrás de las tradiciones artesanales en la construcción de canoas. Señala que cuando un indígena construía una canoa, lo que hacía era traducir un patrón matemático que convertía un tronco en una embarcación (Medina, 2020, p. 54).
Imagen: Labrado de un cayuco a la orilla del río, Tabasco. Foto: Fototeca Nacional, INAH. El labrado de un cayuco. Con la gubia se realiza un desbaste más fino, que sirve para darle la curvatura al ahuecado del tronco. Esta herramienta se puede mandar a hacer, y entre más pequeña es sirve mejor para que no canse la mano. Foto: Alberto Soto Villalpando, INAH, SAS.
Flor Trejo Rivera. Maestra en historia (UNAM) e investigadora de la Subdirección de Arqueología Subacuática (INAH). Coordinadora del Proyecto Arqueología Subacuática en el Estado de Tabasco y del Proyecto de Investigación Flota de la Nueva España de 1630-1631. Profesora en la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM).
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Trejo Rivera, Flor, “Notas náuticas a orillas del río. Construcción de un cayuco en Tabasco”, Arqueología Mexicana, núm. 174, pp. 52-57.