Leopolodo Batres y el Templo Mayor

Elvira Pruneda

Conservar para revivir a Leopoldo Batres

Tardé en enterarme que Batres había sido el arqueólogo, inspector y conservador que se enfrentó al riesgo que implicaba rescatar de un lodoso subsuelo cientos de objetos en un zanjón profundo que comenzó a abrirse en las llamadas Escalerillas en 1900.

Durante cuatro meses, cada día apuntó la variedad de restos extraídos, fotografió y encargó al famoso dibujante Agustín Rábago las acuarelas de unos coloridos y extraordinarios sahumadores y vasijas. Entregó cientos de objetos debidamente clasificados al Museo Nacional. Lo más importante del hallazgo se expuso después en una de sus salas; todo ello surgía del corazón del Templo Mayor. Batres al año siguiente publicó un libro en el que adjuntó un plano de un minucioso registro. Esa labor podría calificarse como el primer rescate arqueológico en el país.

Al encuentro de monolitos en las entrañas del subsuelo

En el olvido quedó el rescate de Batres. En febrero de 1978 sucedió lo inesperado cuando empleados de la compañía de Luz y Fuerza, al horadar el pavimento en la esquina de Guatemala y Argentina, toparon con una inmensa piedra. La obra se suspendió para reiniciar cuatro días después. El arqueólogo Raúl Arana y 17 compañeros trabajaron durante 12 horas para desenterrar las 8 toneladas del pesado monolito.

La diosa lunar descuartizada, dibujada en un círculo de 3.25 m, probó el aire después de 500 años sumergida. El descubrimiento detonó el importante e imprescindible Proyecto Templo Mayor, encabezado por el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, hoy encabezado con éxito e innumerables hallazgos por Leonardo López Luján.

En 1997 Matos Moctezuma publica Las piedras negadas, donde presenta la historia de dos ancestrales monolitos surgidos en la plaza pública a finales del siglo XVIII. Antonio León y Gama y Antonio Alzate dedicaron buen tiempo a mirar el llamado almanaque de los indios o Calendario Azteca y la impresionante y aterradora Teoyomiqui o Coatlicue. Con sapiencia ambos escribieron sus distintos pareceres y hasta nuestros días las obras son motivo de estudio.

Imagen: Fotografía de estudio tomada en 1876, cuando Batres tenía 24 años. Entonces se había separado del cargo de capitán de caballería y regresado desde Ensenada, Baja California, a la capital tras la muerte de su padre. Esto ocurrió durante el cambio de gobierno del presidente Lerdo de Tejada y la lucha por la presidencia entre el ministro Iglesias y el militar Porfirio Díaz. Foto: Archivo Batres. “La tumba del tiempo”. Descubierta por Leopoldo Batres el 7 de diciembre de 1900. Reprografía: Marco Antonio Pacheco / Raíces.

Elvira Pruneda. Restauradora de material gráfico del Centro INAH Morelos de 1986 a 2018. En 2000 recibió en custodia el Acervo Leopoldo Batres (1852-1926). Estudió la maestría en historia en el CIDEHM.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Pruneda, Elvira, “Conservar para revivir a Leopoldo Batres”, Arqueología Mexicana, núm. 177, pp. 60-65.