Los abrasivos en Mesoamérica

Adolphus Langenscheidt

Los magníficos instrumentos de piedra, de carácter suntuario o utilitario, que se resguardan en los museos muestran el gran dominio de los artesanos mesoamericanos en las técnicas para desbastar, alisar, pulir y grabar piedras de diversas durezas, así como su amplio conocimiento acerca de los diversos abrasivos, entre los cuales destacan el corindón, el topacio y el diamante.

 

Entre las culturas prehispánicas de Mesoamérica se aprovecharon innumerables rocas y minerales para producir toda clase de instrumentos líticos: utilitarios, suntuarios y rituales, desde los sencillos hasta los muy elaborados. La gran diversidad de rocas y minerales en el área mesoamericana propició el desarrollo precoz de la lapidaria. De manera temprana, los artesanos distinguieron entre materiales duros y suaves, y observaron que los suaves pueden ser modificados por los duros. La acumulación de experiencias en el aprovechamiento de rocas y minerales permitió a los grupos humanos de Mesoamérica conocer sus características físicas y sus durezas relativas. Se consideran suaves los que tienen una dureza de 6 grados o menos en la escala de Mohs y duros los que rebasan ese número (desde cuarzo hasta diamante). 

Desde el Preclásico Temprano hasta el Posclásico Tardío, entre las culturas de Mesoamérica se manufacturaron numerosas piezas líticas, que causan asombro por su perfección. Es entre los grupos pertenecientes a la cultura olmeca en los que se han encontrado los vestigios más tempranos y artísticos de la técnica lapidaria, aplicada magistralmente, como lo prueban los ejemplos que se apuntan más abajo.

 

Tipos de minerales abrasivos

 

El conocimiento de las rocas y los minerales, y sus propiedades, fue el primer paso en la lapidaria. Esto comenzó desde tiempos muy antiguos en todo el mundo, incluida el área de Mesoamérica. En los periodos Arqueolítico y Cenolítico Inferior (35000/30000-7000 a.C.) se usaron instrumentos tallados, a partir de lo cual se conoció la tenacidad de los materiales. Desbastar y pulir rocas y minerales fue un proceso que se desarrolló más tardíamente que el de tallar, cuando se comprendió la resistencia a la abrasión.

La arena, casi de cualquier arroyo, está constituida principalmente por partículas cuarzosas que son el más antiguo, abundante y universal de los abrasivos. En el estudio de las bellas obras lapidarias suele no destacarse la importancia de los abrasivos, debido a que las obras mismas atraen mucho más la atención.

 

Langenscheidt, Adolphus, “Los abrasivos en Mesoamérica”, Arqueología Mexicana núm. 80, pp. 55-60.

 

• Adolphus Langenscheidt. Ingeniero de minas y metalurgista por la UNAM y arqueólogo por la ENAH. Desde 1963 realiza investigaciones sobre minería prehispánica.

 

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