Alfonso Lacadena García-Gallo
En las últimas décadas del siglo VIII d.C., Ek’ Balam se convirtió en la sede de una dinastía real de nueva fundación, con lo cual comenzó una época dorada de frenética actividad constructiva y creación artística. Durante un siglo, los reyes de Ek’ Balam levantaron una ciudad admirable, atrajeron a la corte gran cantidad de artesanos y ampararon a una de las escuelas de escribas y maestros calígrafos más notables de su tiempo.
Los primeros trabajos en Ek’ Balam se debieron a los arqueólogos estadounidenses W. Ringle y G. Bey, quienes condujeron excavaciones a finales de los ochenta y señalaron con acierto la importancia del sitio al reconocer en la erosionada Estela 1 un glifo emblema que identificaba a Ek’ Balam como la capital de un reino maya del periodo Clásico. Posteriormente, el Centro inah Yucatán continuó las investigaciones bajo la dirección de la arqueóloga Leticia Vargas de la Peña, quien exploró las estructuras de la Plaza Central. Fue aquí donde, con un ritmo constante, comenzaron a localizarse textos jeroglíficos, sobre todo cuando se excavó la Estructura 1, al norte de la plaza, imponente edificio en forma de acrópolis con dos patios elevados y decenas de cuartos y otros espacios y que ahora sabemos que fue el palacio real. Los textos jeroglíficos de Ek’ Balam constituyen hoy en día uno de los corpus escritos más extensos que se conocen en el norte de Yucatán, sumando ya medio centenar de ejemplos, entre inscripciones labradas y textos pintados.
La escuela de escribas de Ek’ Balam
Pero no es sólo por el elevado número de textos por lo que destaca el corpus jeroglífico de Ek’ Balam, sino también –y sobre todo– por sus características y su originalidad. Los textos son originales en muchos sentidos. Abundan, por ejemplo, los textos pintados, que superan en número a los esculpidos, lo que no es común en el corpus jeroglífico de otras ciudades mayas. La ventaja de contar con textos pintados es que éstos muestran de manera directa el estilo gráfico y artístico de la escuela de escribas del sitio, sin el velo que interpone el traslado de lo pintado a lo esculpido, sujeto a otro universo de convenciones y técnicas. Por los textos pintados de Ek’ Balam podemos afirmar que los calificativos de “tosco” y “burdo” con los que en ocasiones se refieren los investigadores al estilo de los glifos del norte de Yucatán sólo definen la forma en la que los signos pintados fueron esculpidos, pero no a la escritura misma. Los textos pintados de Ek’ Balam muestran que la caligrafía de los escribas es buena, incluso excelente. La calidad y maestría de algunos textos, con suaves y seguros trazos y audaces juegos de alografías y sustituciones gráficas, hablan de una escuela de escribas muy peculiar, que exploró y experimentó con los signos y los formatos. Algunas de las manos de escribas que pueden reconocerse en el sitio son de calidad extraordinaria, como las que delinearon los signos del Mural de los 96 Glifos o los de la Tapa de Bóveda 10, verdaderas obras maestras de caligrafía que nada tienen que envidiar a otras famosas escuelas de escribas de las Tierras Bajas mayas meridionales. Los textos de Ek’ Balam
Lacadena García-Gallo, Alfonso, “Los jeroglíficos de Ek’ Balam”, Arqueología Mexicana núm. 76, pp. 30-39.
• Alfonso Lacadena García-Gallo. Doctor en historia (especialidad en antropología de América) por la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en escritura y gramática maya del Clásico y profesor-investigador en el Departamento de Historia de América II (Antropología de América) en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid.
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