Diego Jiménez Badillo
Aunque algunos de los productos principales de los SIG en arqueología siguen siendo mapas de distribución de hallazgos, estos sistemas son algo más que cartografía computarizada. Los SIG ofrecen toda una gama de herramientas que hacen más eficientes las tareas de recolectar, transformar y analizar información espacio-temporal.
Gran parte de la información producida y analizada durante el curso de una investigación arqueológica describe las características físicas de los restos dejados por culturas extintas, ya sea que se trate de artefactos, restos de flora o fauna, edificios, sitios o paisajes. Otra parte está constituida por información medio ambiental del área de estudio, a lo cual se suman cuantiosos registros de tipo cronológico. Por si fuera poco, los proyectos arqueológicos de campo también generan una gran diversidad de datos espaciales. Entre estos últimos destacan coordenadas de localización de sitios, ubicación de hallazgos, planos de estructuras arquitectónicas, mapas de densidad de materiales, etc.
Sin una adecuada integración de información descriptiva, cronológica y espacial resultaría imposible desarrollar interpretaciones sobre culturas antiguas. Por ello, los arqueólogos tratan continuamente de incorporar a su disciplina mejores medios de procesamiento y análisis de datos.
Uno de los fenómenos más fructíferos en las últimas tres décadas ha sido la adopción de los llamados sistemas de información geográfica (SIG, o GIS por sus siglas en inglés). Se trata de sistemas computarizados diseñados para adquirir, almacenar, transformar, analizar y visualizar datos de entidades del mundo real organizándolos dentro de un marco espacial.
Dicho marco puede corresponder a un área geográfica en sentido estricto; la Cuenca de México, por ejemplo, o puede ser un espacio de estudio virtual. En cualquier caso las entidades de interés inscritas en un sig son definidas tanto por sus características no-espaciales (e.g. peso, color, textura, estilo, materia prima, cronología, etc.) como por el lugar que ocupan en el área de referencia, es decir, por su ubicación. Por ello se dice que el rasgo característico de los sig es su capacidad para procesar simultáneamente esos dos tipos de datos, en otras palabras, su habilidad para gestionar información geo-referenciada.
Jiménez Badillo, Diego, “Los sistemas de información geográfica (SIG) en la arqueología. El GPS en la mochila de los arqueólogos”, Arqueología Mexicana núm. 121, pp. 71-76.
• Diego Jiménez Badillo. Experto en aplicaciones de computación en arqueología. Doctor en ciencias de la información geográfica por la Universidad de Londres, maestro en ciencias de la computación y licenciado en arqueología. Estudios de maestría de Asia y África con especialidad en China en El Colegio de México. Investigador del INAH, dirige el proyecto “Desarrollo de aplicaciones de computación en arqueología”.
Texto completo en la edición impresa. Si desea adquirir un ejemplar: http://raices.com.mx/tienda/revistas-arqueologia-del-siglo-xxi-AM121