Los dos grandes volcanes del Centro de México, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, han ejercido desde tiempos inmemoriales un influjo no sólo sobre quienes habitan en la región, sino sobre los que llegan a ella. Pronto el recién llegado también es atrapado por la presencia de las dos cumbres nevadas y presiente –al igual que quienes han crecido junto a ellos– que esos portentos lo son de la naturaleza, pero también de la imaginación. Los artistas indígenas los plasmaron en códices para mostrar su papel en la geografía sagrada y en la historia, y desde la época colonial hasta nuestros días los volcanes han sido un referente para artistas, poetas y novelistas. Hubo quienes le dedicaron su vida –como el Dr. Atl–, quienes recogieron las leyendas que le atribuyen un talante humano a las montañas, quienes los retrataron con fidelidad, quienes los interpretaron, quienes los describieron con todo detalle y quienes alimentaron su inspiración al tenerlos a la vista y los hicieron marco de relatos y poemas, cuando no los personajes mismos.
En la imagen, a la izquierda: Gerardo Murillo, Dr. Atl, Autorretrato en el cráter del Popocatépetl, s/f. Grafito sobre papel. 32 x 43.5 cm (Digitalización: Raíces). A la derecha: Jesús Helguera, La leyenda de los volcanes, ca. 1941. Técnica mixta sobre papel. 83.1 x 65.3 cm. Museo Soumaya / Galas de México. (Jesús Helguera, La leyenda de los volcanes, ca. 1941. Técnica mixta sobre papel. 83.1 x 65.3 cm. Museo Soumaya / Galas de México. Foto: Promociones Gráficas Mexicanas A. A. de V. V. Derechos exclusivos Calendarios Landín, Digitalización Raíces)
Tomado de “Los volcanes en el arte. El Popocatépetl y el Iztaccíhuatl”, Arqueología Mexicana, núm. 95, pp. 70 - 77.
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