Espacios de interacción económica, donde los olores, colores y sabores de la economía campesina e indígena fueron sello distintivo de economías microrregionales o regionales, los tianguis y mercados campesino-indígenas aún habrán de perdurar un buen tiempo, hasta que la expansión de una economía mercantil basada en la producción manufacturera industrial haga innecesaria su existencia.
Con su orden y concierto, el mercado de Tlatelolco fue uno de los varios motivos que asombraron a los españoles cuando arribaron a México-Tenochtitlan. Bernal Díaz del Castillo, uno de los cronistas de la expedición hispana, describió así sus impresiones en la Historia verdadera de la conquista de Nueva España:
Y desde que llegamos a la gran plaza, que se dice el Tatelulco, como no habíamos visto tal cosa, quedamos admirados de la multitud de gente y mercaderías que en ella había y del gran concierto y regimiento que en todo tenían. Y los principales que iban con nosotros nos lo iban mostrando; cada género de mercaderías estaban por sí, y tenían situados y señalados sus asientos.
Pero este mercado, si bien el más trascendente y del cual tenemos más conocimiento, no era el único. Los tianguis, como lugares de intercambio, existían en varios lugares del México prehispánico. Así, la Historia Tolteca-Chichimeca refiere lo siguiente para el caso de Tepeaca, en el actual estado de Puebla: Onca moman tianquiztli yn Tepeyacac (“Entonces en Tepeyacac se estableció el mercado”).
Los tianguis, como lugares y espacios donde se llevaban a cabo operaciones de intercambio, siguieron desarrollándose en el contexto colonial como parte del engranaje social que permitió la inserción de los núcleos étnicos a una economía mercantil en continua expansión. A título de ilustración tenemos una referencia colonial sobre el mercado indígena de Chilapa, el cual hasta hace poco conservaba su fisonomía tradicional: “Una fuentezica ay de rrazonable agua que viene encañada al monasterio y va a la plaça y mercado, que se dize ‘Tianguez’ ” (Gonzalo Bazán, Relación de Chilapa). Asimismo, el término indígena tianguis encuentra expresión en el toponímico Tianguistenco (“a la orilla del mercado”), en lo que sigue siendo una de las principales plazas de mercado del actual estado de México. Muchos otros pueblos de México conservan en su toponimia el término tianguis.
Los mercados indígenas han cumplido, desde su inserción en la economía colonial, dos funciones principales: a) lanzar a la circulación en un ámbito regional productos que han sido producidos en el contexto de una economía campesina, no necesariamente mercantil; b) proveer a los individuos y sus comunidades de productos manufacturados, producidos con fines específicamente mercantiles; esto es, que han sido elaborados con el objetivo de obtener ganancias monetarias a través del intercambio.
Villela F., Samuel, “Mercados indígenas en México”, Arqueología Mexicana núm. 122, pp. 74-79.
• Samuel Villela Flores. Maestro en etnología por la ENAH. Investigador de tiempo completo en la Dirección de Etnología y Antropología Social, INAH. Autor de ocho libros y más de 100 artículos científicos y de divulgación. Coordinador del proyecto “Guerrero” dentro del proyecto “Etnografía de las regiones indígenas de México en el nuevo milenio”.
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