Mexcaltitán-Aztlán. Un nuevo mito

Jesús Jáuregui

En la conformación del nuevo mito de Mexcaltitán-Aztlán intervinieron factores relacionados con el orgullo familiar, la reivindicación provinciana y el interés turístico.

 

A principios de la década de 1960 se inicia una “conexión” definitiva para la reformulación contemporánea del miro de Aztlán-Mexcaltitán, ya que Gutierre Tibón (1905-1999) dirige el proyecto inicial sobre la Enciclopedia de México y en su consejo directivo aparecen José López Portillo y Weber ( 1899-1974) y Wigberto Jiménez (1909-1 985).

En 1962, Gutierre Tibón había actualizado la versión de José López Portillo y Weber (1975 [1935]: 32-33) acerca de que Aztlán, el lugar de partida de la peregrinación de los aztecas, correspondía al Azutlán del norte de Nayarit. El ingeniero jalisciense, que había heredado de su padre la afición por la historia, no había aportado mayores argumentos para su propuesta más que su ubicación “hacia el Noroeste” y las semejanzas léxicas entre dichos topónimos. Sin embargo, todavía Tibón declaraba entonces expresamente que “Mexcaltitán no puede ser Aztlán. porque la patria primitiva de los aztecas está representada en los códices como un cerro con la cúspide torcida, y en el cual se encuentra una cueva” (1962: 100), de tal manera que propone como el principal centro ceremonial de Aztlán-Aztatlán al sitio arqueológico del cerro de Coamiles ( ibid.: 100).

Sin embargo, la propuesta de López Portillo y Weber no sólo carecía de originalidad, sino que correspondía a una versión menos argumentada que la expuesta medio siglo antes por Alfredo Chavero (1841- 1906). Para el autor del primer tomo de México a través de los Siglos, Aztlán, en esta relación… [de la entrada de Nuño de Guzmán que dio García del Pilar, apud García Icazbalceta, 1866] como en el lienz.o de Tlaxcala, está entre Xalisco y Chiametla, sobre la costa del Pacífico, es decir, en la laguna de Mescaltitán o Mexticacán [la cual “es muy extensa y se comunica con el mar: está a los 22 grados de latitud norte y hay en ella una isla y pueblo llamados Mexticacan”]: cualquier de estos nombres que aceptarnos tiene la raíz Mexi, el dios de los aztecas. Y no nos detengamos porque en esta relación se dice Aztatlán  y no Aztlán, pues en el manuscrito nonoalca se llama aztateca á los azteca […] por eufonía...” ( 1884: 462-463).

Por su parte, antes que López Portillo y Weber  y con mayor detalle, García Conde había retomado los argumentos de Chavero para concluir “... así pues, el poblado incógnito [de Aztlán] dejó de serlo […], puesto que no hay albúfera o lago de mar que esté en condiciones ni siquiera idénticas [a las de Mexcaltitan]; es consecuente, finalmente, concluir que Aztlán estaba en la isla de Mexcaltita o Mexticaca [en la albúfera del norte de Nayarit]” (1926: 317). García Conde incluye, asimismo, en su ensayo sobre Aztlán y Tenochtitlán..., en la lámina A, un mapa de la región de Mexcaltitán  y Aztlán (1926: XVII)  y en la lámina B un mapa desde Aztlán  y Mexcaltitán hasta el Valle de México (1926: XVIII).

No faltaron autores de renombre que refutaran los planteamientos de Chavero y sus seguidores. El más significativo fue el del eminente filólogo  y nahuatlato Cecilio Robelo (1839-1916), titulado Aztlan, cuna de los indios mexicanos, no se sabe dónde está. Allí concluía “...que ni los jeroglíficos, ni las crónicas, ni la filología confirman la solución que creyó haber encontrado Chavero al problema de la verdadera ubicación de Aztlan” (1910: 7). Por su parte, Luis Castillo Ledón (1879-1944) -por cierto, oriundo de Santiago lxcuintla- sostenía que la situación de Aztlán, el lugar de donde partió la tribu azteca, era desconocida (1921: 148). Mientras el mexicanista de origen alemán Hermann Beyer (1880-1942) rechazaba abiertamente cualquier fondo histórico en los relatos bajo discusión, al sostener que “Aquellos cuentos acerca de la fundación de la capital del antiguo imperio mexicano, el primer gobernante y gran sacerdote Tenoch, el guía divino Huirzilopochtli, etcétera. tienen el mismo valor histórico que la leyenda de Rómulo y Remo y principios de Roma, o sea, que todas son fabricaciones posteriores, mitos explicativos de carácter meramente fantasioso” (1969: 294).

Sin embargo, en  1968 la prestigiada revista norteamericana National Geographic publicó un llamativo artículo sobre Mexcaltitán en el que se señala que “las pictografías aztecas, junto con las crónicas de los conquistadores españoles, revelan fascinantes semejanzas entre Mexcaltitán y la largamente buscada y misteriosa Aztlán, alguna vez el hogar de los aztecas…” (Garret, 1968: 880). Para Garret no sólo “... la región pareciera corresponder con la descripción de Aztlán, la ancestral tierra natal azteca ...” (ibid.:  882), sino que “la disposición circular de Mexcaltitán y su uso de canales apoyan la romántica suposición de que habría inspirado a la espectacular capital de Moctezuma” (ibid.: 880). "Las coincidencias entre la capital azteca y Mexcaltitán -ubicación en islas, canales, como calles, disposición circular, semejanzas en las canoas- sugieren que este último pudo haber sido su antiguo hogar" (ibid.: 883). Aunque esos paralelismos son a toda vista problemáticos, ya que las calles de Mexcaltitán en realidad no son canales y sólo pueden ser utilizadas como tales en los días de crecientes fluviales, el diseño circular del pueblo de Mexcaltitán no corresponde para nada con el diseño cuadrangular de Tenochtitlan y el dibujo del remador del Códice Boturini contrasta notablemente con el sistema típico de impulso con palanca de los mexcaltecos.

Garret, finalmente, informa que el “El Dr. Jiménez-Moreno [...] cree que Mexcaltitán puede en efecto ser el lugar en el que se encontraba la desaparecida Aztlán” (ibid.: 888), aunque el entonces director de Investigaciones Históricas del INAH le aclarara que: “No tenemos pruebas [...] Pero puede ser que la respuesta se encuentre en algún lugar bajo los cimientos de Mexcaltitán” (Jiménez Moreno,apud Garret, 1968: 888).

 

Jesús Jáuregui. Doctor en ciencias antropológicas. Investigador del INAH y miembro del SIN. Sus principales áreas teóricas son la antropología estructural, el folklore, el simbolismo y el ritual. Ha publicado diversas obras.

 

Jáuregui, Jesús, “Mexcaltitán-Aztlán. Un nuevo mito”, Arqueología Mexicana núm. 67, pp. 56-61.

 

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