Nezahualcóyotl

Juan Villoro

Si Octavio Paz abrió rutas decisivas en la discusión moderna del pasado, Nezahualcóyotl, poeta del siglo XV que gobernó Texcoco durante 40 años, ha sido el principal vínculo con la escritura indígena. Sobreviven cerca de 30 poemas de su ejecutoria. Esas palabras son un portal que no agota sus misterios, un umbral que parece desvanecerse al traspasarlo. ¿La inaudita modernidad de sus ideas es fiel a lo que pensó o ha sido reformulada por las pasiones de sus traductores e intérpretes?

El historiador Miguel León-Portilla considera a Nezahualcóyotl el primer humanista del Nuevo Mundo. Gobernante ilustrado, hedonista, de temple pacífico en un entorno de guerra sagrada, el rey poeta adoraba la naturaleza. Erigió un templo al dios de la guerra, Huitzilopochtli, en reconocimiento de la hegemonía azteca, pero enfrente alzó otra efigie en honor de Tloque Nahuaque, el Dios Desconocido, Señor del Cerca y del Junto, ser sin rostro ni figura, representado por travesaños que simbolizaban los pisos del cielo. Esta deidad invisible, metafísica, rinde tributo a lo inefable.

En sus versos, Nezahualcóyotl recorre todos los registros de la tradición nahua de “flor y canto”. Si los sacrificios humanos eran aceptados como un tributo sagrado impuesto por los gobernantes-sacerdotes, la poesía fue su contracara rebelde. En un entorno habituado a ofrendar la vida para calmar la sed de los dioses, Nezahualcóyotl pregunta: “¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?”, y agrega con tristeza: “Como una pintura / nos iremos borrando”. En franca oposición a este destino, proclama: “Allá donde no hay muerte, / allá donde ella es conquistada, / allá vaya yo”.

El rey poeta concibe a Tloque Nahuaque como un autor que traza el códice de la vida humana (“con cantos sombreas / a los que han de vivir en la tierra”) y la corrige como un incesante borrador (“con tinta negra borrarás / lo que fue la hermandad”). Nezahualcóyotl descifra enigmas mientras es descifrado por un dios. Siglos después, Octavio Paz: dirá: “también soy escritura y en este instante alguien me deletrea”.

 

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Villoro, Juan, “La poesía”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 95, pp. 60-89.