Palabras pronunciadas en la presentación del número 186 de la revista Arqueología Mexicana, en el Museo del Templo Mayor, con la participación de Enrique Vela, Guilhem Olivier, Patricia Ledesma y Eduardo Matos Moctezuma.
Pienso que este artículo de Alfredo es una sinopsis de su pensamiento acerca de los mitos en donde nos revela aspectos tratados por él a lo largo de su andar entre cosmovisiones, cosmogonías y mitologías. Si bien se refiere en este trabajo a la Luna y las diversas implicaciones en que está involucrado el astro, a lo largo del escrito podemos leer mucho de su percepción y la manera de abordar el tema desde perspectivas varias, que nos llevan a reflexionar sobre los alcances de su investigación.
Comienza nuestro autor hablando acerca de “La pluralidad de rostros” en los dioses mesoamericanos y para ello comenta al inicio de su escrito: “Los mitos exigen una lectura especial. No esperemos encontrar en ellos las biografías de los dioses. Los mitos no son historias. Los dioses, como actores que son, cambian de figura en los relatos míticos al desempeñar papeles diversos” (p. 27). Más adelante agrega: “Aunque son comunes en la tradición mesoamericana la diversidad y el cambio de rostros de los dioses, es sin duda la divinidad lunar la de más variadas personalidades, tal vez porque esté acostumbrada a la secuencia luminosa de sus fases” (p. 27).
Enseguida nos brinda el autor la enorme variedad de aspectos en los que la Luna se ve envuelta y en muchos de ellos aparece junto con su contraparte, el Sol. Es importante constatar cómo el astro nocturno –y a veces diurno– es concebido por diferentes culturas mesoamericanas. Enumera los distintos aspectos que van desde el nacimiento del astro hasta su relación, ya como hermana del Sol, ya como esposa del mismo; también se le considera como madre y se hace alusión a la poca luz que emite y al poco calor que proporciona… en fin, múltiples son sus atributos y destaca la cantidad de variantes en que está involucrada.
El segundo tema al que Alfredo se refiere es el de las peculiaridades del relato mítico. Presenta dos características propias de la narrativa: la sapiencia y el textual. De la primera señala: "Trata de la razón de ser de los distintos seres que conforman y pueblan el mundo y de cómo lo divino se transforma en lo mundano. El mito se refiere a un proceso cósmico cuya trama va dirigida a una conclusión incoativa, creadora; sus episodios son la sucesión de pasos de mutación que la sustancia premundana sigue para llegar, en el momento culminante, a convertirse en el origen del mundo y de todas las criaturas: lo divino crea lo mundano a partir de sus propias esencias y peculiaridades" (p. 31).
El otro aspecto que menciona, el textual, es la manera en que se expresa el proceso cósmico que se asemeja a la vida social de los hombres, a las andanzas humanas, que se llega a convertir en “una ficción hazañosa”. Continúa analizando lo relativo al mito y volvemos a encontrar lo ya expresado de que los mitos no son historias. Abunda en el tema al comentar acerca de que en la narrativa mitológica no se encontrará la “concordancia lógica y cronológica que se exige al discurso histórico”, para lo cual hace ver que “la existencia del personaje b es anterior a la del personaje c, mientras en otro mito, c se necesario antecedente de b. En un mito, a es la madre de d, mientras en otro, ambos son hermanos” (p. 31). Aquí queda expresada la complejidad que acompaña a los mitos.
No pasa desapercibido para López Austin lo que considera un serio problema teórico cuando un determinado relato se lleva de una cultura a otra. Acerca de esto, Alfredo percibe que si ambas cosmovisiones son afines el mito va a tener adaptaciones poco relevantes en su estructura, pero si las cosmovisiones son muy diferentes el relato puede tener deformaciones graves.