Tarde o temprano retornan a la superficie

Leonardo López Luján

A Patricia Ledesma

La presencia del pasado

“Desde el Bravo hasta el Suchiate, ¡México es puro tepalcate!”, versa con mayúscula sabiduría el refrán popular… Y no puede ser de otra manera, pues en los casi dos millones de kilómetros cuadrados que abarca nuestro territorio nacional surgen por doquier los vestigios materiales de las sociedades que lo poblaron a lo largo de milenios, desde aquellos producidos por las remotas bandas de recolectores, cazadores y pescadores hasta los de los mucho más recientes estados de agricultores y productores de manufacturas. Por las más diversas motivaciones, tales creaciones culturales fueron en su momento desechadas, inhumadas, extraviadas o abandonadas a su suerte, de manera que –súbita o paulatinamente– quedaron cubiertas por la vegetación, la tierra, la arena, el agua o la nieve. Abandonaron así los denominados contextos sistémicos en los que gozaban de una intensa “vida social” para incorporarse a los contextos arqueológicos, donde el tiempo y la naturaleza siempre se encargan de ese inclemente proceso que llamamos “deterioro”.

Tarde o temprano, sin embargo, la diminuta punta de proyectil del cazador o el grandioso palacio del emperador retornan a la superficie, asomando tímidamente su rostro tras el incendio, la lluvia torrencial, el temblor, la ventisca, la bajamar o el deshielo. Otros vestigios vuelven a mostrarse por la intervención misma del ser humano: el paso del arado por un campo de cultivo, la nivelación de un terreno, la canalización de una corriente, la excavación de un pozo, la extracción de algún mineral, la construcción subterránea del metro o, ya de forma premeditada, la búsqueda de lo que consideramos como una preciada botella arrojada por nuestros ancestros en el mar del tiempo…

Imagen: Izquierda: Dios del Fuego, Tenochtitlan. Evocación mexica de estilo neoteotihuacano (1486-1502 d.C.). Templo Rojo Norte, recinto sagrado. Derecha: Campos simbólicos de los elementos iconográficos de la escultura mexica del Dios del Fuego. Esquema de Alfredo López Austin (1985). Foto: Marco Antonio Pacheco / Raíces.

 

Leonardo López Luján. Doctor en arqueología por la Universidad de París Nanterre y director del Proyecto Templo Mayor del INAH. Miembro de El Colegio Nacional.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

López Luján, Leonardo, “Periodo prehispánico. Centro de México (1440-1521)”, Arqueología Mexicana, Edición especial, núm. 99, pp. 10-29.