Un combate para pedir la lluvia

Samuel Luis Villela Flores

En el estado de Guerrero, si bien un león acompaña a la versión cristiana de San Marcos, transfigurándose en jaguares/tigre en algunas formas de la iconografía religiosa indígena, el propio felino se presenta en forma independiente en eventos gladiatorio/propiciatorios que, sobre todo en la Montaña baja, reciben el nombre de “pelea”o “porrazo” del tigre.

Estos combates propiciatorios asumen formas diversas: una especie de pugilato en Acatlán, municipio de Chilapa; un combate con azotes de una especie de macana hecha con una cuerda entrelazada, en Zitlala; una especie de lucha grecorromana en Tixtla y Chilpancingo, por sólo citar los más conocidos. En todos ellos hay la conciencia abierta o soterrada de que los tigres pelean para que el dolor, el sufrimiento físico y la eventual sangre derramada sean propicias a la deidad para que ésta, a su vez, otorgue lo bienes solicitados.

 

Samuel Luis Villela Flores. Maestro en etnología por la ENAH. Profesor investigador en la Dirección de Etnología y Antropología Social (INAH). Coordinador del proyecto “Guerrero”, dentro del proyecto nacional “Etnografía de las regiones indígenas de México en el nuevo milenio” (Coordinación Nacional de Antropología/Conacyt).

 

Tomado de Samuel Villela Flores,  “El culto a las deidades de la lluvia en la Montaña de Guerrero”, Arqueología Mexicana, núm. 96, pp. 69-72.

 

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