Un hueso de mamut para el rey

Leonardo López Luján

Mamuts, gigantes y elefantes en la Nueva España. Los orígenes mexicanos de la Paleontología de vertebrados

Una historia sorprendente

Según cuenta Díaz del Castillo, durante su primera estancia en Tlaxcala en los meses de septiembre y octubre de 1519, Hernán Cortés preguntó a Huehue Xicohténcatl y a Maxixcatzin sobre los orígenes de su pueblo en el valle. Estos poderosos soberanos de Tizatlán y Ocotelulco le respondieron que antes de su llegada hubo allí “hombres, y mujeres muy altos de cuerpo, y de grandes huessos” que “eran muy malos, y de malas maneras”. Para demostrárselo, mandaron traer en ese instante varios huesos. Uno “era muy gruesso, el altor del tamaño como vn hombre de razonable estatura: y aquel çancarron era desde la roddilla, hasta la cadera, yo me medi con él, y tenia tan gran altor como yo, puesto que soy de razonable cuerpo”, lo cual haría inferir que les presentaron un fémur de más de 1.6 m de longitud. Díaz del Castillo confiesa maravillado que, ante semejante prueba, “tuuimos por cierto auer auido Gigantes en esta tierra…”.

La escena concluye con el deseo de Cortés de “embiar aquel gran huesso â Castilla para que lo viese su Magestad, y alli lo embiamos con los primeros procuradores que fueron…”. Parecería claro, sin embargo, que no partió en el cargamento de la Primera carta de relación, encomendado a Montejo, Portocarrero y Alaminos, pues ellos se embarcaron con rumbo a España el 26 de julio de 1519. Si este posible fémur de mamut se envió alguna vez, tuvo que formar parte del siguiente cargamento, el cual incluía la Segunda carta de relación, fechada en Tepeaca el 30 de octubre de 1520. Aunque tal vez habría que dudarlo, pues entremedias se sucedieron la matanza de Cholula, la Noche Triste y el sufrido retorno a Tlaxcala, circunstancias que se habrían complicado con semejante fósil a cuestas. Más adelante, Díaz del Castillo se refiere a un cargamento más, ahora confiado a Quiñones y Ávila. En él, nos comparte, “tambien embiamos vnos pedaços, de huessos de gigantes, que se hallaron en vn Cu, e adoratorio en Cuyoacan, que eran según, y de la manera de otros grandes zancarrones que nos dieron en Tlascala”.

Por su colocación en un templo, pudiera sospecharse que se les tenía como imágenes de culto o, al menos, como instrumentos mágicos o litúrgicos. Como quiera, el asunto es que los navíos españoles zarparon de Veracruz el 20 de diciembre de 1522 y que la flota, entera o parte de ella, nunca llegó a su destino debido a que fue capturada cerca de las Azores por el corsario Jean Fleury…

 

Leonardo López Luján. Doctor en arqueología por la Université de Paris Nanterre y director del Proyecto Templo Mayor, INAH.

López Luján, Leonardo, “Mamuts, gigantes y elefantes en la Nueva España. Los orígenes mexicanos de la Paleontología de vertebrados”, Arqueología Mexicana, núm. 163, pp. 14-23.