Yuri Knórozov. El descifrador de la escritura maya
Uso de un biescrito
Para verificar el planteamiento de que la escritura maya era logosilábica (otro tipo de escritura jeroglífica), semejante a las escrituras de otros pueblos del mundo, como el japonés y el egipcio, Knórozov se sirvió de la obra de Diego de Landa titulada Relación de las cosas de Yucatán, elaborada alrededor de 1566.
Con auxilio de un experto amanuense de ese entonces, el provincial franciscano registró en su trabajo el valor fonético de varios jeroglifos mayas. Sin embargo, Landa los interpretó y presentó como signos alfabéticos que, por supuesto, no daban lecturas coherentes al momento de aplicar sus valores en textos concretos, razón por la cual este “alfabeto” fue desestimado después por los especialistas.
Knórozov comprendió el error de Landa y advirtió que los valores de los signos eran correctos si se tomaban como signos silábicos de estructura CV (consonante más vocal). De tal suerte que el “alfabeto” del franciscano resultaba ser en realidad un listado de sílabogramas o silabario incompleto.
Método de lecturas cruzadas
Knórozov localizó entonces en los códices los signos usados por Landa. Notó que algunos de ellos aparecían en bloques de dos o tres. Al leer estas composiciones como cadenas de sílabas de izquierda a derecha, Knórozov encontró que éstas transmitían palabras de estructura CVC o CVCVC localizables en los diccionarios yucatecos coloniales. Como la mayoría de las palabras mayas terminaban en consonante (C), la vocal (V) del último silabograma por supuesto no se leía, aunque sí tendía a ser armónica con las vocales anteriores en un fenómeno que el epigrafista soviético llamo “armonía vocálica” (fig. 8).
Knórozov encontró, por ejemplo, que el signo “ku” de Landa (k’u) repetido dos veces (k’u-k’u) formaba en los códices la palabra k’uk’, que en yucateco significa “quetzal” (la ortografía usada por Knórozov respetaba la de las fuentes coloniales y es distinta de la que se utiliza hoy en la epigrafía maya, usada en este artículo; por ejemplo, cutz, “pavo silvestre”, o kuk, “quetzal”, equivalen respectivamente a kutz y a k’uk’). El texto que contenía esta palabra venía acompañado justo por la imagen de un quetzal en una afortunada confirmación de la lectura de Knórozov.
Imagen: El método de desciframiento principal de Knórozov es el de las lecturas cruzadas, que consiste en comprobar el valor fonético de un mismo signo en distintos contextos, para verificar que en todos proporcione lecturas lógicas, triangulando los datos con el “alfabeto” de Landa, con las relaciones entre imágenes y textos y con los datos calendáricos. Siguiendo con el ejemplo de la figura 10c (mu-wa-ni), Knórozov pudo comprobar que el primer signo, que leyó como mu, aparece en las secuencias silábicas: a) u-lu-mu, ulum, “pavo”. Códice de Dresde, p. 46c. b) u-mu-ti, umuut, “su pájaro/presagio”. Códice de Dresde, p. 18b. c) u-mu-ka, umuˀk, “su anuncio/fama”, Códice de Dresde, p. 24. En los ejemplos a-c Knórozov pudo hallar también la letra “u” (u) de Landa. En el ejemplo a encontró la “L” (lu); en el ejemplo b la ti de la frase ˂ma in kati˃, “no quiero” del propio Landa, mientras que en el ejemplo c se encontraba la letra “ca” (ka).
Alejandro Sheseña Hernández. Investigador de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. Especialista en semiótica, religión y epigrafía maya.
Erik Velásquez García. Investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y coordinador del posgrado en historia del arte de la misma universidad. Especialista en historia del arte, historia y epigrafía maya.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Sheseña Hernández, Alejandro y Erik Velásquez García, “Yuri Knórozov. El descifrador de la escritura maya”, Arqueología Mexicana, núm. 177, pp. 44-49.