Josefina Mansilla Lory, Ilán Santiago Leboreiro Reyna
El fenómeno de la momificación es una de las posibles transformaciones del organismo que se pueden llevar al cabo por la acción de la naturaleza o del hombre después de la muerte del individuo. Ocurre cuando bacterias u hongos (flora y fauna cadavérica) se ven imposibilitados para crecer y causar descomposición. En México existen momias desde la época prehispánica, sobre todo en la parte norte del país, y la mayoría proviene de sitios con un ecosistema árido o semiárido, dentro de cuevas o refugios rocosos donde los cadáveres están protegidos y se pueden deshidratar de manera rápida.
En la momificación interviene una amplia gama de procesos y factores bioquímicos, geofísicos y climatológicos que interactúan de manera externa e interna en los organismos después de la muerte. Estos acontecimientos no son exclusivos de algún espacio geográfico específico, pues se presentan prácticamente en todo el mundo y hacen de la momificación un fenómeno que podemos calificar de “global”.
En algunas ocasiones y bajo ciertas circunstancias, un cuerpo puede evadir los procesos naturales de descomposición cadavérica y sufrir en cambio un proceso de conservación (natural o artificial) de uno o varios componentes orgánicos, como la piel, el cabello, órganos internos, etcétera. Por lo tanto, una momia se define como un cadáver (animal o humano) o tejido físicamente preservado, que refleja la morfología que tuvo en vida y que ha resistido la descomposición post-mortem durante un periodo prolongado.
En general, existen tres tipos de momificación: la natural, también conocida como espontánea o accidental (debida a factores del medio ambiente físico como la desecación, efectos químicos, anaerobiasis, quelación, congelación, etcétera); la artificial, llamada intencional o antropogénica, es resultado de una intervención humana deliberada (por medio de una variedad de técnicas: evisceración, embalsamamiento, plastinación, criogenización o desecación inducida, entre otras); la tercera es un tipo intermedio entre los dos anteriores denominada natural inducida, es decir, ocurre cuando determinado grupo adquiere por experiencia el conocimiento de lugares o situaciones propicios para la momificación natural y lo aplica a sus muertos con ese propósito (utilización de aire frío o caliente, envolver el cuerpo con materiales absorbentes o colocarlo en áreas favorables para su conservación).
La momificación ha sido descrita en una gran variedad de contextos ecológicos, socioculturales e ideológicos desde épocas muy remotas. Hasta ahora las momias más antiguas son de hace 20 000 años. Se trata de mamuts congelados que fueron encontrados en Siberia. Respecto a las humanas, las llamadas momias artesanales de la cultura Chinchorro, ubicada en el desierto de Arica del norte de Chile, son las más antiguas: una momia de tipo natural o espontánea de hace 9 000 años (7000 a.C.) y una artificial de hace 7 800 años (5000 a.C.). Sin embargo, son las egipcias, dos mil años más recientes, las más conocidas y numerosas.
La investigación de momias humanas ha cobrado cada vez más interés en el mundo, pues su estudio provee información sobre su forma de vida y con ella podemos conocer parte de nuestra historia. El examen interdisciplinario de esos organismos nos permite, en efecto, vislumbrar la vida cotidiana de poblaciones desaparecidas, conocer algunas enfermedades, lesiones y traumatismos, y obtener información sobre tatuajes, peinados, vestuario, así como sobre lugar y forma de depósito del entierro, y utensilios y objetos que acompañaban al muerto.
Rentería Mansilla Lory, Josefina, y Ilán Santiago Leboreiro Reyna, “Historia de vida. El fenómeno de la momificación en el México prehispánico”, Arqueología Mexicana núm. 97, pp. 22-29.
• Josefina Mansilla Lory. Doctora en antropología física por la UNAM. Investigadora de la Dirección de Antropología Física del INAH, en donde coordina los proyectos “Las momias de México” y “Estudio de las agresiones ambientales (estrés) en poblaciones desaparecidas de México”. Especialista en investigaciones sobre poblaciones antiguas.
• Ilán Santiago Leboreiro Reyna. Licenciado en antropología física y postulante a maestría en antropología por la UNAM. Colaborador en el proyecto “Las momias de México”. Especialista en estudios sobre ritos funerarios prehispánicos en el norte de México.
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