Itzel Rodríguez Mortellaro
Ver un mural habitado por héroes, dioses y animales del pasado prehispánico es acercarse al origen, es encontrar en historias ancestrales respuestas a preguntas modernas, es adentrarse en el imaginario de la identidad nacional mexicana.
La consagración del mundo prehispánico en la esfera artística mexicana alcanzó su clímax hacia la primera mitad del siglo XX. Este proceso de largo aliento, que comenzó a mediados del XIX, se enlaza íntimamente con el desarrollo del nacionalismo mexicano y la renovación cultural que siguió a la Revolución de 1910. En este contexto nació el muralismo, que postuló al arte público como medio de concientización político-social. El muralismo de entonces, y el de la actualidad, se sitúa en el imaginario visual asociado a identidades sociales y políticas, tanto en espacios públicos del territorio mexicano como los murales en zonas zapatistas de Chiapas, e incluso allende las fronteras nacionales, como sucedió con el movimiento chicano hace algunas décadas.
Desde que se pintaron los primeros murales, a principios de la década de los veinte del siglo pasado, su repertorio visual mostró el patrimonio tangible e intangible de la nación: recreaciones de la memoria histórica, imágenes de religiosidad popular, utopías, fiestas, tradiciones, mitos, bienes arqueológicos, códices, esculturas antiguas. De ahí que numerosos inmuebles y espacios públicos de importancia social y política cuenten con murales y en un buen número de ellos encontremos imágenes de la antigüedad indígena, entre ellos: Antiguo Colegio de San Ildefonso, Palacio de Cortés, Palacio Nacional, Hospicio Cabañas, Suprema Corte de Justicia de la Nación, Tecpan de Tlatelolco, Ciudad Universitaria, Hospital de la Raza, Bosque de Chapultepec, Centro Nacional de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y Museo Nacional de Antropología.
Indigenismo y muralismo
La presencia prehispánica se manifestó en distintos aspectos del muralismo: en la discusión estética, en el discurso sobre la identidad nacional, en las recreaciones históricas y antropológicas, en la reflexión filosófica y existencial, en las elaboraciones esotéricas, en las explicaciones sobre la cultura en México, en la innovación técnica y la utilización de materiales. Asimismo, cada artista que recurrió al catálogo de temas y personajes de la antigüedad indígena generó obras originales y significativas. Entre ellos, Diego Rivera sobresale como el más prolífico y consistente creador del indigenismo plástico; el clasicismo que impuso a los cuerpos indígenas que pintó, el aprovechamiento iconográfico de fuentes arqueológicas y documentales, las interpretaciones culturales que construyó con imágenes prehispánicas y la aspiración de recrear minuciosamente un pasado perdido marcan hitos en el imaginario plástico mexicano del siglo XX. Además, Rivera fue un profundo estudioso del pasado indígena y reunió una colección de más de sesenta mil piezas de arte prehispánico, albergadas en el Anahuacalli, el museo-taller-centro cultural ideado por el propio artista. También destacan otros creadores, como Carlos Mérida, que tradujo en formas y colores el pensamiento mítico de los ancestros; Rufino Tamayo, coleccionista de estatuaria antigua, que acudió a formas arcaicas en sus visiones del ser humano, el cosmos y las fuerzas esenciales; David Alfaro Siqueiros, el primer teórico de un clasicismo de cepa indígena y quien revitalizó la potencia simbólica de Cuauhtémoc; José Clemente Orozco, agudo crítico que reformuló en términos universales temas y emblemas indígenas; Juan O’Gorman, José Chávez Morado y Francisco Eppens, que situaron la cosmovisión prehispánica como sustrato esencial de la cultura en México; Jorge González Camarena, especialmente interesado en la historia; Frida Kahlo, que convirtió referencias prehispánicas en símbolos personales.
Rodríguez Mortellaro, Itzel, “Imagen prehispánica en el muralismo del siglo XX”, Arqueología Mexicana núm. 100, pp. 62-69.
• Itzel Rodríguez Mortellaro. Historiadora por la UNAM. Se dedica a la investigación y docencia del arte y cultura del periodo nacionalista en México. Actualmente, como tema de investigación del doctorado en historia del arte, estudia el uso de la cosmovisión indígena antigua en el arte mexicano moderno.
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