Eugenia Pallares, Patricio Robles Gil
Símbolo de lo silvestre es el jaguar; su presencia nos habla de la riqueza e integridad de las selvas que habita, indicadores de la conservación y salud de los ecosistemas.
Escenarios de otro tiempo, sitios arqueológicos que nos envuelven en una misteriosa atmósfera y evocan nuestra propia historia en aquella narrada por la piedra y el intrincado paisaje de las selvas. Al igual que las culturas que abrigaron, muchas áreas silvestres en México se han perdido; sin embargo, aún existen grandes extensiones de selva maya donde el jaguar merodea los caminos del pasado del presente, sitios arqueológicos que conservan su esencia y permiten recrear la relación de la cultura maya con el entorno natural que hoy permanece vivo.
Hay jaguares en la memoria de la piedra en sitios como Calakmul, Campeche; Tikal, Guatemala; y Yaxchilán y Bonampak, Chiapas, pero éstos no sólo conservan vivas las múltiples representaciones del jaguar, sino también su antigua presencia. Inmersos en el corazón de las selvas -territorio de esta especie-, los sitios arqueológicos brindan una experiencia de contacto con el mundo natural y dejan abierta la posibilidad de tener la afortunada experiencia de observar un jaguar.
La integración del ambiente natural con el diseño de estos lugares enclavados en las selvas, hace que el milenario espíritu del jaguar siga habitando en ellas y añade un elemento de atracción para los visitantes. La adecuada cobertura vegetal dentro de las zonas arqueológicas ofrece una atmósfera natural que hace los recorridos mucho más agradables.
Desde las civilizaciones prehispánicas, el jaguar ha sido, por excelencia, símbolo de lo silvestre; mentalmente nos remite a selvas prístinas pobladas por múltiples formas de vida. Gracias a un estudio de seguimiento de jaguares, se comprobó recientemente lo que quizá nuestros antepasados ya sabían: la presencia del jaguar nos habla de la riqueza e integridad de las áreas que habita, nos habla del wilderness, es decir, de las grandes áreas que mantienen un alto porcentaje de su cobertura original y una enorme diversidad biológica.
Estudios realizados desde hace 10 años por Unidos para la Conservación, A.C., en las selvas mayas -en colaboración con la UNAM, Sierra Madre, Ecosafaris y, actualmente, la Universidad de Duke- sobre diversos aspectos del jaguar se convienen hoy en herramientas para evaluar la salud del ecosistema y sirven de base para emprender acciones de conservación a gran escala, no sólo para el jaguar sino para toda la región de las selvas mayas.
Son seis los felinos que habitan en México: el puma (Puma concolor), el jaguarundi (Felis yagouaroundi), el gato montés (Lynx rufus), el ocelote (Felis pardalis), el marga y (Felis wiedii) y, por supuesto, el jaguar (Panthera onca), el mayor de los felinos americanos. A diferencia del puma, que se adapta a los cambios y perturbaciones de su entorno, el jaguar requiere para sobrevivir de grandes extensiones de selva en buen estado y se mantiene a distancia de los asentamientos humanos y las carreteras que fragmentan sus territorios. Son precisamente la fragmentación y la conversión de las selvas en terrenos agrícolas, ganaderos y urbanos las mayores amenazas para la sobrevivencia de esta especie, considerada en peligro de extinción en México.
Eugenia Paliares. Directora general de Agrupación Sierra Madre. Ha estado a cargo de diversos proyectos de comunicación de la diversidad natural de México y es autora de libros infantiles sobre la naturaleza y de diversos artículos sobre el tema.
Patricio Robles Gil. Fotógrafo, pintor, escultor y promotor de una cultura de respeto por la naturaleza. Presidente fundador de dos organizaciones conservacionistas mexicanas: Agrupación Sierra Madre y Unidos para la Conservación.
Paliares, Eugenia, Patricio Robles Gil, “El jaguar: espíritu de lo silvestre”, Arqueología Mexicana núm. 72, pp. 63-65.
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