Ana Ma. L. Velasco Lozano
Las representaciones de algunas plantas medicinales en la escultura, la pintura y la cerámica proporcionan valiosa información sobre las especies utilizadas por los pueblos mesoamericanos, entre las que destacan el maíz, el cacao, el cempoalxóchitl y el peyote.
Desde los albores de la historia de la humanidad, la flora ha sido su acompañante vital y trascendental. El hombre, al igual que el resto de los seres vivos, tiene la necesidad de alimentarse y reproducirse, y ha encontrado en las plantas uno de los medios más importantes para nutrirse. Al conocerlas y manipularlas mejor, ha ido descubriendo sus propiedades, entre ellas las curativas, y las ha empleado tanto para aliviar sus dolencias como para satisfacer su hambre. Sus propiedades mágicas, en tanto reveladas por las deidades, le han permitido predecir, entre otras cosas, la enfermedad (con sus diversas prácticas en conjuros, invocaciones, augurios y encantamientos). Del mismo modo, las ha utilizado para confeccionar diferentes objetos artesanales, y muy pronto aprendió a conservarlas como ornato y para deleitarse con su olor. A muchas de ellas las consideró plantas sacramentales, e incluso llegó a deificarlas, como en el caso de algunas aquí mencionadas.
Esta gama de múltiples y combinados usos de los vegetales, sobre todo en la antigüedad, hace difícil abordar exclusivamente su aspecto medicinal. El alimento, por ejemplo, formaba parte de la concepción de la salud en la antigua Mesoamérica, puesto que las plantas alimenticias eran consideradas como un medio para conservar o acceder a la salud. A ellas se debía en gran parte el bienestar y equilibrio que se lograba en el cuerpo, gracias a la naturaleza que se creía poseían los alimentos consumidos. Éstos se clasificaban (como el resto de la naturaleza) en categorías duales y opuestas, entre ellas: frío-caliente, ligero-pesado, hembra-macho, húmedo-seco, calidades que influían en el tipo de alimento que determinada persona debía ingerir, de acuerdo con su edad, sexo, estrato social y tipo de trabajo desempeñado.
Por otro lado, al tratar de interpretar el significado de las representaciones fitomorfas mesoamericanas se presentan algunos problemas, pues no siempre se puede deducir de qué planta se trata. Por lo general, esas represen representaciones no tienen un estricto apego a las características de las especies biológicas, pues suelen ser simbólicas y tener signos o glifos que transmiten una o varias ideas y conceptos. Ejemplo de esto es el difundido motivo de flores cuadripétalas, que suele tener varios significados: los cuatro rumbos del universo y el centro, el olin o el glifo calendárico del día kin , entre otros. Sin embargo, hay casos en que es posible relacionar esas representaciones con formas botánicas reales, al poderse identificar, sin perder de vista el contexto histórico y cultural, ciertos rasgos representativos. Por lo tanto, con base en las reflexiones anteriores, analizaremos algunas representaciones de flora en la escultura, en la pintura mural y en la cerámica de algunas sociedades mesoamericanas.
Ana María L. Velasco Lozano. Investigadora de la Dirección de Etnología y Antropología Social del INAH. Maestra en ciencias antropológicas con especialidad en etnohistoria. Realiza investigaciones sobre etnobiología.
Velasco Lozano, Ana María L., “Representación de algunas plantas medicinales en la arqueología”, Arqueología Mexicana núm. 39, pp. 24-29.
Texto completo en la edición impresa. Si desea adquirir un ejemplar:
http://raices.com.mx/tienda/revistas-plantas-medicinales-prehispanicas-AM039