Hallazgos recientes en la Pirámide de la Luna

Saburo Sugiyama, Rubén Cabrera C.

Además del hallazgo de ricos entierros y ofrendas relacionados con la religión, la ideología y el gobierno, las excavaciones en la Pirámide de la Luna contribuyen a enriquecer nuestro conocimiento sobre otros aspectos de
la cultura teotihuacana.

 

 El Proyecto Pirámide de la Luna, que inició sus investigaciones en el verano de 1998, realiza en el 2003 su sexta y última temporada, en que se continúa con el análisis de laboratorio de los cuantiosos materiales recuperados en los seis años transcurridos. El proyecto, dirigido por quienes firman este artículo, se realiza conjuntamente con el INAH, la Universidad Estatal de Aichi, Japón, y la Universidad Estatal de Arizona, gracias a la aportación económica de la National Science foundation -de Estados Unidos-, la Japan Soiety for the Promotion of Science, la National Geographic Society y la Universidad Estatal de Arizona.

La mayoría de las exploraciones se ha realizado mediante la excavación de túneles hacia el interior del monumento y de pozos estratigráficos en su exterior. Dentro del edificio se detectaron cuatro "complejos entierro-ofrenda" con un alto contenido simbólico y una extraordinaria riqueza. Algunos fueron localizados en la base del monumento, sobre el eje central sur-norte, en tanto que el más reciente se encontró en el corazón mismo del edificio, a la altura del tercer cuerpo. Las excavaciones también dieron cuenta de la larga secuencia constructiva de la pirámide, una historia arquitectónica que abarca desde sus inicios, hacia 100 d. C., hasta el fin de Teotihuacan, alrededor de 600-650 d.C.

Aunque algunos de los datos obtenidos ya se han dado
a conocer en esta revista
(núms. 35. 10 y 58), para tener
una idea integral de los hallazgos realizados hasta la fecha es
necesario repetir parte de la información, agregándole nuevos datos cronológicos. A continuación haremos una breve descripción de la secuencia constructiva del edificio y de los primeros entierros, algunos de ellos asociados a varias de las subestructuras de la pirámide; después se hablará con mayor detalle de los hallazgos más recientes.

 

Etapas constructivas

El gran basamento de la Pirámide de la Luna actualmente a la vista, compuesto de cinco cuerpos escalonados
con altos muros en talud, corresponde a la séptima etapa constructiva. Cuenta con una amplia plataforma adosada, formada con muros en talud y tablero y orientada hacia la Plaza de la Luna; en su interior se encuentran superpuestas seis construcciones más antiguas que, en conjunto, son testimonio de  la larga historia del monumento.

La construcción más antigua de la pirámide, el Edificio 1, tiene planta cuadrada, con 23.5 m por lado, y se encuentra exactamente sobre el eje de la Calle de los Muertos, en su prolongación hacia el norte. Sus muros, en talud, se construyeron con pequeños bloques de piedras semiplanas con un recubrimiento de argamasa. Su orientación es ligeramente diferente, por cerca de 4 grados, a la de los edificios que le siguieron. Las cerámicas encontradas en el interior de este edificio primigenio son de la fase Patlachique y el inicio de la Tzacualli, lo que indicaría que el monumento corresponde ni primer siglo de nuestra era; sin embargo, debido a que las muestras de radio-carbono indican fechas posteriores, de manera tentativa proponemos que este edificio pudo haberse construido hacia 100 d.C.

Los edificios 2 y 3, cuyas fechas probables de construcción son entre 150 y 200 d.C., también tienen planta cuadrada y muros en talud, aunque sólo el Edificio 2,

que se encuentra mejor conservado, muestra cuerpos escalonados.

El Edificio 4 es una ampliación muy importante. Es casi nueve veces más grande que el edificio que le antecede: su base mide 89.5 m en sentido este-oeste. A este edificio se dedicó la primera gran ofrenda (Entierro 2) encontrada en la pirámide, cuyas características se refieren más adelante.

Fue construido hacia 225 d.C., aproximadamente por la misma época en que se edificó el Templo de la Serpiente Emplumada, en la Ciudadela.

El Edificio 5. construido en parte sobre el anterior, representa un cambio en el estilo arquitectónico. Debió de haber tenido muros en talud y tablero, formando cuerpos escalonados, y una plataforma en su parte frontal, también con muros en talud y tablero recubiertos de argamasa. A este edificio se le dedicó el Entierro 3, que contiene materiales a los que se puede atribuir una fecha de alrededor de 300 d.C.  

El Edificio 6 es una ampliación en el lado este, realizada
entre 350 y 400 d.C. A este edificio se le dedicó el Entierro 4,
que se describe adelante. Tuvo
casi las mismas dimensiones que el Edificio 7, el cual, como dijimos, es la colosal pirámide que se encuentra a la vista hoy en día. En este último edificio se construyeron varios cuartos relativamente pequeños en comparación con el gran basamento piramidal, algunos de los cuales estaban adosados al primer cuerpo y otros separados. Estas construcciones perduraron hasta el ocaso de la gran ciudad.

 

Saburo Sugiyama. Doctor en antropología por la Universidad Estatal de Arizona Profesor de la Universidad Estatal de Aichi, Japón, y profesor-investigador de la Universidad Estatal de Arizona. Arqueólogo especializado en Mesoamérica. Coeditor del Proyecto Pirámide de la Luna, Teotihuacan.

Rubén Cabrera Castro. Arqueólogo. Doctor del Proyecto La Ventilla y codirector del Proyecto Pirámide de la Luna. Desde 1980 es investigador de la la zona arqueológica de Teotihuacan.

 

Sugiyama, Saburo, Rubén Cabrera Castro, “Hallazgos recientes en la Pirámide de la Luna”, Arqueología Mexicana 64, pp. 42-49.

 

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