Lorena Mirambell S.
Éstos son los periodos más antiguos de la historia de México, en los que los primeros habitantes se adaptaron a las distintas zonas ecológicas y lograron significativos avances tecnológicos, culturales y sociales.
Desde hace más de un siglo, especialistas en prehistoria americana han mantenido una controversial discusión sobre el tema del poblamiento del continente. Existen algunos que hablan de uno temprano, ocurrido hace alrededor de 50 000 a 40 000 años, y otros que hablan de uno tardío, de hace 12 000 a 10 000 años. Fue hasta la segunda mitad del siglo XX cuando las investigaciones se incrementaron y participaron especialistas de distintas disciplinas. En vista de que subsistir en un medio tan inclemente era difícil, y de que se trataba de nómadas, esos primeros pobladores empezaron a buscar nuevas tierras para explotar. El primer movimiento demográfico se realizó de norte a sur; posteriormente hubo otro de oeste a este y luego uno más tardío, de sur a norte, al desaparecer los casquetes glaciares que cubrían parte de Norteamérica. Así, para llegar a territorio mexicano, esos primeros habitantes tuvieron que transitar y adaptarse a distintos ecosistemas, con lo que se dieron cambios en la economía adquisitiva, aunque no abandonaron su tradicional modo de vida. Esos primeros habitantes realizaban distintas actividades -muchas de las cuales no podemos conocer ele manera directa y sólo podemos inferir-, entre ellas la práctica de la caza; a veces un grupo acorralaba al animal perseguido, le lanzaba piedras para herirlo y lo seguía hasta un precipicio; en otras, un solo individuo capturaba a un animal pequeño. También recolectaban frutos, flores, hojas, brotes tiernos de diversas plantas -incluso aprendieron a desenterrar raíces y tubérculos- , así como toda clase de insectos y larvas. Además, practicaban la pesca marítima y en ríos, lagos y lagunas, así como el marisqueo en las costas.
Piedras y palos fueron los elementos fundamentales para la caza, la recolección y la defensa. Las evidencias que han llegado hasta nuestros días, junto con las del uso del fuego, son las piedras talladas o sin tallar.
Para alcanzar sus objetivos primarios, el hombre ideó un objeto intermedio entre su mano y aquello que deseaba obtener, y así manufacturó artefactos que podían ser ele piedra, hueso, asta o madera. Las piedras talladas por la mano del hombre iban desde cantos rodados -de los que desprendía una o dos lascas por una cara, los tajadores, o por ambas, las tajaderas-, hasta artefactos más elaborados como raederas, raspadores -denticulados, con muesca o bifaciales- y puntas de proyectil de muy diversa morfología. Estos objetos eran útiles para cazar, desollar o descuartizar animales y para otras múltiples actividades. En estas primeras etapas, las técnicas de talla fueron la percusión y sus variantes (directa e indirecta), la presión, el corte y el desgaste; su perfeccionamiento fue gradual y progresivo. Todo ello se combinaba con el conocimiento del medio ambiente y la selección de la materia prima, lo que dio como resultado lo que se conoce como industrias líticas.
Todas las 'actividades humanas tienen lugar en un espacio determinado, en este caso el territorio mexicano, y un tiempo específico, el que de acuerdo con las investigaciones actuales va de 34000/ 33000 a.C. a 2500 a.C., aunque en algunas regiones llega hasta el siglo XVII. Este largo periodo, al que se le ha denominado Etapa Lítica, fue establecido con bases tecnológicas, pues las económicas y las sociales son más difíciles de establecer, y fue dividido en horizontes.
Durante el largo tiempo de la Etapa Lítica se mantuvo una norma de subsistencia de caza-pesca-recolección y marisqueo, habitaciones en campamentos al aire libre o en cuevas, regularmente próximos a fuentes de agua, así como un proceso evolutivo en la complejidad de los artefactos, es decir, una tendencia a la especialización.
Lorena Mirambell S. Maestría en Ciencias antropológicas por la ENAH y la UNAM. Estudios de posgrado en el Instituto de Geología del Cuaternario y Prehistoria, en Burdeos, Francia, y en el Instituto de Arqueología de Londres. Especialista en la Etapa Lítica en México, en poblamiento del continente americano y en tecnología de materiales arqueológicos.
Mirambell S., Lorena, “Arqueolítico y Cenolítico Inferior (30000-7000 a.C.)”, Arqueología Mexicana núm. 52, pp. 46-49.
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