Códice de Teotenantzin. Breve historia

Xavier Noguez

La confección del Códice de Teotenantzin parece haber sido ordenada por el propio Boturini. El arqueólogo Leonardo López Luján llegó a la conclusión de que las esculturas parietales femeninas estuvieron colocadas en el cerro del Zacahuitzco, en su flanco oriental, y no en el cerro del Tepeyac o Tepeyacac, como lo registra la glosa que acompaña a los dibujos.

Breve historia del códice

Perteneció a la colección de Boturini, quien compiló un número importante de pictografías, mapas e impresos diversos. Deja una noticia de ellos en su Catálogo del Museo Indiano, publicado en 1746, y que se insertó como un apéndice a su obra Idea de una nueva historia de la América Septentrional. La confección del Códice de Teotenantzin parece haber sido ordenada por el propio Boturini, con el objeto de documentar gráficamente la existencia de antiguas esculturas que probaran la relación entre un culto prehispánico a diosas y las apariciones guadalupanas. Como un dato adicional es preciso mencionar que hacia finales del siglo XVIII o principios del siglo XIX el capitán de dragones, Guillermo Dupaix, realizó una serie de “correrías particulares” por diversos sitios arqueológicos de la Nueva España. Conoció las esculturas registradas en el Códice Teotenantzin y copió una de ellas, la sobreviviente, en un dibujo al carbón, donde agregó unas breves anotaciones. El sencillo dibujo de Dupaix nos muestra un avanzado estado de destrucción de las esculturas, las cuales ya no existen. El dibujo sobrevivió a la dispersión y destrucción de la colección de Boturini, por lo que se mantiene como parte del gran acervo de códices que resguarda la Biblioteca Nacional de Antropología de la ciudad de México.

Lugar donde está depositado

Bóveda de Documentos Pictográficos de la Biblioteca Nacional de Antropología, en la ciudad de México, con el número de catálogo 35-86. En la actualidad, este repositorio custodia 48 documentos originales y dos copias que pertenecieron al Museo Indiano de Boturini.

Códice de Teotenantzin

El arqueólogo López Luján llegó a la conclusión de que las esculturas parietales femeninas estuvieron colocadas en el cerro del Zacahuitzco, en su flanco oriental, y no en el cerro del Tepeyac o Tepeyacac, como lo registra la glosa que acompaña a los dibujos. Su afirmación se sustenta en informes como el de Guillermo Dupaix, la comparación con el Plano Topográfico..., en el inventario de 1743, el más antiguo realizado a la colección de papeles de Boturini, y el texto de Benito Móxó y Francolí, aparecido en 1837. Los investigadores Galindo y Montero ya habían afirmado que las esculturas registradas en el códice no se encontraban en el Tepeyac, “sino en el macizo de la Sierra de Guadalupe”. Queda aún el debate acerca de la identificación de las dos deidades que, a pesar de su grado de destrucción, todavía muestran algunos rasgos que las asocian con la iconografía prehispánica. La mayoría de los autores, y siguiendo lo explicado en la glosa del códice, intentan identificar a las diosas a partir de su presencia en el cerro del Tepeyac. Alfonso Caso menciona a Chalchiuhtlicue, Tonantzin y tal vez Chicomecóatl; Esther Pasztory las asocia con deidades del maíz, el agua y la tierra; Carmen Aguilera toma a Toci, Chicomecóatl “o alguna otra diosa del agua, la fertilidad o el pulque” y Rivas Castro se refiere a Ilamatecuhtli y Cozcamiauh. Como dato adicional, Galindo y Montero, apoyados en una cita de fray Juan de Torquemada, en su Monarquía Indiana, se refieren a Chantico y Cuaxólotl como las deidades del códice y las ubican en el cerro del Zacahuitzco. En la misma dirección, el culto en el Zacahuitzco, se encuentra López Lujan, quien escoge para la imagen de la izquierda a Tonantzin- Cihuacóatl y la de la derecha a Toci Teteoinnan Chicomecóatl Ilamatecuhtli. El autor afirma que Tonantzin-Cihuacóatl “era por mucho la divinidad más importante de los cerros Tepeyac y Zacahuitzco”.

 

Xavier Noguez. Profesor-investigador de El Colegio Mexiquense, dedicado al estudio y publicación de códices coloniales del centro de México.

Tomado de Xavier Noguez, “Códice de Teotenantzin”, Arqueología Mexicana, núm. 131, pp. 14-15.

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