Son un elemento de gran importancia en las festividades indígenas y tradicionales. Como entre cualquier cultura, las máscaras se utilizan para hacer de su portador otro, un ser con las características específicas requeridas para representar un papel determinado. En las festividades indígenas es posible encontrar desde máscaras que obviamente provienen de la época prehispánica, como las de jaguar, hasta las de características plenamente europeas, como las utilizadas en las representaciones de moros y cristianos.
En las danzas del carnaval hñähñü (otomí) los portadores de máscaras como ésta adquieren temporalmente los rasgos y atributos del ser representado.
Máscara del grupo étnico macurawe (guarijío)
Es utilizada en rituales de fertilidad como la cava pizca, una ceremonia vinculada al ciclo agrícola en la que se agradece la cosecha del año anterior y se pide benevolencia para la siguiente. Según Donaciano Gutiérrez en ese ritual se monta un altar y un campo de siembra simbólico. El altar consiste en una mesa, a la cual se le atan algunas varas que se cubren con manta para formar la casita donde serán colocadas las imágenes de los santos pertenecientes a los pobladores de las comunidades. Se rodea con plantas de maíz secas que representan el mahuechic o terreno de siembra. Alrededor del altar los danzantes realizan “juegos” durante la última noche de la fiesta, que son una representación cómico-satírica de la defensa del mahuechic contra los animales que lo acechan, así como una representación de las labores y desventuras por las que pasan los vaqueros en sus faenas cotidianas.
Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial.
Vela, Enrique, “Las máscaras”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 77, p. 22.