Gran parte de Mesoamérica vivió una dinámica en la que nuevamente se consolidan procesos en curso desde el periodo anterior, como la escritura, el calendario y ritos como el del juego de pelota. Los rasgos más distintivos de este periodo son un notable crecimiento poblacional y el surgimiento de asentamientos de gran tamaño, muchos de ellos con construcciones monumentales, alrededor de los cuales se conforman sistemas regionales que les aseguraban el mantenimiento de sus crecientes poblaciones.