Pachuca fue una ciudad minera comparable en su historia con Guanajuato o Zacatecas y se les asemeja en su planta irregular, acomodada a la topografía quebrada de la cañada en que se abrieron las bocas de sus minas.
Pachuca tiene su origen en un señorío prehispánico, probablemente otomí, tributario de la Triple Alianza, el cual subsistió como pueblo de indios después de la conquista española con el nombre de La Magdalena Pachuca. Hacia 1552 se hallaron yacimientos de plata en la región circundante, uno de los cuales se ubicaba dentro de los términos del pueblo de Pachuca.
Los españoles establecieron un real minero junto a los yacimientos y lo nombraron La Asunción Pachuca. En poco tiempo este último prevaleció sobre el otro, se sustrajo del pueblo y se consolidó como el eje de todas las explotaciones mineras de la región, incluso cuando tiempo después la producción provenía de otras minas del entorno, como Real del Monte. El pueblo original de Pachuca subsiste, pero es conocido actualmente como Pachuquilla.
Desde el siglo XVIII Pachuca fue beneficiaria indirecta del crecimiento de los reales mineros de su entorno, como Real del Monte o El Chico, los cuales casi no tuvieron desarrollo urbano y no se podían fundir con Pachuca debido a la topografía.
Imagen: Reloj Monumental, Pachuca. Foto: © Duck Quesada.
Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor. Desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial. Editor de la revista Arqueología Mexicana.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Vela, Enrique, “Huasca”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 112, pp. 22-23.