Teotihuacan fue la ciudad más importante de Mesoamérica durante el Clásico Temprano (200-600 d.C.). Alcanzó tales dimensiones que no sólo controló directamente buena parte del Centro de México, sino que mantuvo relaciones políticas y comerciales con regiones tan distantes como Oaxaca y Guatemala, por mencionar dos ejemplos. El extraordinario desarrollo de Teotihuacan es en buena medida el producto de los logros de las sociedades que la precedieron. La gran ciudad los aprovechó y les imprimió su sello, además de generar sus propias expresiones, algunas de las cuales harían parte de la vida cotidiana y ritual de los pueblos del Centro de México en las épocas siguientes, en un modo tal que aún después de su abandono Teotihuacan era considerado un lugar sagrado.
El monumento de Chalchiuhtlicue fue hecho con un gran bloque de piedra extraído de una cantera en el Monte Tláloc, y debido a su tamaño fue necesario que cientos de individuos lo llevaran a Teotihuacan con el auxilio de cuerdas y troncos.
Conoce más en el texto de Enrique Vela, “Sala Teotihuacan”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 123, pp. 27-32.