Antigüedad y distribución de la danza de los voladores

Javier Urcid

Aunque es difícil determinar dónde se originó y cuáles fueron los procesos de su dispersión, se sabe que el ritual del volador se remonta al menos a 600 a.C. –es decir, se ha practicado por más de 2 500 años. Asimismo, en el ritual, ampliamente difundido en mesoamérica, se sintetiza el precepto filosófico cuatripartita de tiempo y espacio.

 

En el número 75 de Arqueología Mexicana apareció un fascinante artículo de Guy Stresser-Péan sobre la danza de los Voladores. Rico en detalles etnográficos, el ensayo provee un panorama amplio acerca de su pervivencia, los múltiples rituales asociados a la danza, así como sus connotaciones simbólicas y polisémicas (múltiples significados). Con base en observaciones de campo y en referencias documentales, el autor demuestra que el ritual –practicado hoy día por huastecos, nahuas, otomíes y totonacos que habitan la parte noreste de Mesoamérica– se realizaba también poco después de la conquista en el Altiplano Central, en el noroeste de Oaxaca y en las tierras altas de Guatemala. En un intento por dar cuenta de la variabilidad que se ha constatado en cuanto a la manera de llevar a cabo el ritual, Stresser-Péan postula que las diferencias tienen que ver con “su evolución histórica”. Así, el autor comenta:

 

Nos parece probable que el Volador haya sido creado por los toltecas, en Tula, con la forma arcaica de dos danzantes voladores [en lugar de cuatro], quizá durante el siglo XI… poco después de su creación… fue probablemente introducido a Guatemala meridional y a El Salvador por los pipiles… El volador arcaico, con dos danzantes voladores, se difundió hacia el noreste de México… en el sureste del actual estado de Veracruz [y desde esta región], probablemente alrededor de 1250 d.C.… hacia el [altiplano] de Guatemala (Stresser-Péan, 2005, p. 21).

 

Desafortunadamente, el autor no explica cuál es la evidencia que apoya su interpretación.

El propósito de este breve ensayo es presentar otra visión acerca de la antigüedad y distribución geográfica del ritual con base en datos arqueológicos y documentales, lo que permitirá argumentar la improbabilidad de que la ceremonia haya cambiado de dos a cuatro voladores a través del tiempo. Los etnólogos reconocen la diferencia entre códigos culturales (como fenómenos cognitivos) y la manera en que éstos se llevan a cabo (fenómenos conductuales), muchas veces alejada de esos códigos ideales. Tal vez una documentación etnográfica más contextual permita dar cuenta de las causas por las que hoy día, en ocasiones, se practique la danza con sólo dos voladores. Los materiales arqueológicos tampoco están exentos de la distinción entre “cultura ideal” y “sus expresiones conductuales”. Aún más, en vista de la profundidad histórica en la práctica del ritual de Volador, uno debe esperar encontrar variaciones regionales fundadas en la capacidad humana de re-interpretar o reformular códigos culturales. Puesto que algunos de los ejemplos que se comentarán más adelante presentan cierto grado de diversidad, el propósito no es demostrar identidades sino argumentar que se trata de alusiones a variantes del ritual del Volador que parten de un sustrato o estructura común.

 

Urcid, Javier, “Antigüedad y distribución de la danza de los voladores. Águilas que descienden, corazones que ascienden”, Arqueología Mexicana, núm. 81, pp. 70-74.

 

• Javier Urcid Serrano. Doctor en antropología por la Universidad de Yale. Profesor asociado en el Departamento de Antropología de la Universidad de Brandeis, Boston, Massachussets.

 

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