Nikolai Grube
Para comenzar con lo más importante: no hay ninguna profecía sobre el fin del mundo en el año 2012 en los códices mayas. En ningún lugar de los tres códices mayas los epigrafistas han encontrado señales de profecías apocalípticas relacionadas con una fecha concreta. Cualquiera que revise los códices mayas en la búsqueda de evidencia para las profecías apocalípticas, como sugieren los seguidores del ámbito esotérico, se desilusionará.
Sin embargo, los autores de los códices estaban preocupados, sin lugar a dudas, por un eventual fin del mundo. Como muchos otros pueblos mesoamericanos, los mayas del Posclásico también concebían múltiples creaciones y destrucciones del universo, y según su cosmovisión el universo actual tampoco iba a existir para siempre. Una visión concreta del fin del mundo se presenta en la página 74 del Códice de Dresde, donde se observa a la anciana diosa Chak Chel regando agua de un cántaro. Arriba de ella está el cocodrilo celeste de cuyas fauces abiertas salen torrentes de agua. En el fondo de la escena está el dios negro, señor del inframundo. En la mitología maya prehispánica, ambos dioses ancianos tienen que ver tanto con la creación del mundo actual como con su destrucción. En las aguas del cántaro aparece la fecha 5 eb’ del calendario tzolk’in, tal vez una referencia a la fecha en que los mayas esperaban la gran inundación.
Nuestra afirmación inicial de que la fecha 2012 en los códices no desempeña ningún papel no debe llevarnos a asumir que el asunto de las profecías sea irrelevante en los códices mayas en general. Casi todas las secciones de los tres códices mayas se dedican a la previsión del futuro. Los códices mayas tienen mucho en común con los oráculos del Antiguo Oriente o de los griegos, en los que la profecía no se distinguía de la adivinación. En la antigüedad, los adivinos que transmitían los mensajes de los oráculos en muchos casos se encontraban en la corte real o en el lugar del culto, como en el más conocido de todos, el de Delphi. Los oráculos respondían a las preguntas y preocupaciones de los seres humanos. En la Roma antigua, la predicción del futuro con base en señales divinas, como el vuelo de un ave o la lectura de los intestinos de animales sacrificados hecha por adivinos especializados, era parte del culto del Estado. La adivinación se distingue de la profecía religiosa en la aplicación de recursos e instrumentos específicos, que permiten atisbar el futuro. Los mensajes proféticos, sin embargo, se dan mediante revelaciones a individuos elegidos por inspiración divina. Tanto en la adivinación como en la profecía se muestra el deseo de obtener poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, también sobre los seres humanos y los secretos de los poderes sobrenaturales.
En las civilizaciones antiguas del Medio Oriente, y también entre los mayas, los conocimientos sobre el futuro se atribuían exclusivamente a los seres divinos. Se pensaba que los dioses enviaban señales, cuya interpretación permitía al ser humano vislumbrar el futuro. Esta idea se basa en la creencia de la existencia de correspondencias entre el macrocosmos y el microcosmos, así como entre la esfera divina y el mundo humano. Los especialistas en las disciplinas adivinatorias registraron conexiones entre los eventos, los valoraron y acumularon así conocimientos cada vez más complejos.
Grube, Nikolai, “Augurios y pronósticos en los códices mayas”, Arqueología Mexicana núm. 103, pp. 34-37.
• Nikolai Grube. Profesor catedrático en el Departamento de la Antropología de las Américas, Universidad de Bonn, y director del Proyecto Arqueológico Uxul en Campeche.
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