Cactos comestibles de hace 12 000 años

Alejandro de Ávila Blomberg

Flora y cultura en una fosa tectónica

Los teteches y la megafauna extinta

Si bien hoy día el Valle de Tehuacán-Cuicatlán aparenta ser una región inhóspita por su aridez, hace 12 000 años los cazadores-recolectores probablemente encontraban una mayor densidad de especies útiles y una productividad más alta de alimento en la vegetación adaptada a la sequía que en los bosques de las sierras circundantes.

Esta particularidad climática hace que la zona sea el extremo sur de la distribución de los ecosistemas áridos de México. Sobresalen entre ellos los matorrales xerófitos, vegetación donde la talla media no sobrepasa la estatura humana y donde predominan las plantas espinosas y suculentas, que almacenan agua en sus tejidos. Los matorrales del valle parecen tener la mayor diversidad en América de cactos columnares, como los teteches, y arborescentes, como los cardones. Al ser las cactáceas una familia de plantas prácticamente restringida a este continente, el Valle de Tehuacán-Cuicatlán parece ser la región con mayor riqueza de suculentas gigantes en todo el planeta. Los frutos de varias de ellas, como las jiotillas, han sido un alimento importante desde el periodo Arcaico, y las poblaciones de algunas especies, como los pitayos, han sido manejadas de manera intensiva durante largo tiempo, ejerciendo una selección encaminada a su domesticación.

Imagen: De izquierda a derecha: El teteche, Neobuxbaumia tetetzo, es una de las plantas dominantes en las zonas más secas del fondo del Valle de Tehuacán- Cuicatlán. La jiotilla, Escontria chiotilla, formaba parte de la dieta de los pueblos recolectores de hace 10 000 años; actualmente sus deliciosos frutos son parte de la gastronomía de la región. El pitayo, Stenocereus pruinosus, es uno de los cactos arborescentes que se cultivan de modo intensivo en las comunidades indígenas de Tehuacán-Cuicatlán. Jardín Etnobotánico de Oaxaca. Fotos: Geovanni M. Guerra.

 

Alejandro de Ávila Blomberg. Director fundador del Jardín Etnobotánico de Oaxaca. Estudia la nomenclatura de las plantas en las lenguas otomangues, con énfasis en las lenguas mixtecas. Su trabajo muestra que los criterios culturales para categorizar diversas especies en el centro y sur de México ponen en entredicho principios supuestamente universales en la clasificación de los seres vivos.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

De Ávila Blomberg, Alejandro, “Flora y cultura en una fosa tectónica”, Arqueología Mexicana, núm. 155, pp. 40-48.

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