Cantona es un asentamiento fuertemente fortificado, no sólo por su ubicación sobre la lava sino por la gran variedad de elementos defensivos con los que cuenta; los muros periféricos elevados de las unidades arquitectónicas habitacionales o cívico-religiosas impiden el paso franco a través de ellas. El tránsito al interior de la ciudad se hace a través de las vías de circulación, las que a su vez se estrechan en partes y cuentan con garitas; para acceder a la Acrópolis había que pasar por postas militares y fortines. En ciertos momentos de inestabilidad interna varias de las calles fueron cerradas o estrechadas, y también se construyó un foso al suroeste de la ciudad.
Las laderas de las coladas de lava sobre las que se ubica el centro cívico-religioso principal de la ciudad fueron totalmente terraceadas, dando la apariencia de altas murallas e impidiendo el libre paso. Estas construcciones obligaban tanto al habitante cantonés como al visitante a utilizar las vías de acceso, y por lo tanto a someterse a un
fuerte control.
Ángel García Cook (1937-2017). Arqueólogo por la ENAH. Fue investigador del INAH.
García Cook, Ángel, “Sistemas defensivos”, Arqueología Mexicana, Especial 73, pp. 56-59.