Patrick Johansson K
La cuenta de las veintenas –cempoallapohualli– constaba de 18 meses de 20 días a los cuales se añadían 5 días “baldíos” llamados nemontemi, es decir que pasaban “en vano” según la definición que las fuentes indígenas dan de ellos y la etimología misma de la palabra náhuatl que los refiere. El comienzo y el fin de cada veintena definían un marco calendárico signonumérico dentro del cual se inscribían las fiestas, mientras que el desfase producido cada año por los cinco nemontemi que sumaban 20 días, es decir un mes completo después de cuatro años, generaba una movilidad en el orden cronológico de los meses.
En Mesoamérica, como en otras civilizaciones del mundo, la duración biológicamente vivida fue cautivada en una red calendárica y cosmológicamente objetivada. En lo que concierne a la cultura náhuatl, la cuenta de los años –xiuhpohualli–, la cuenta de los días/destinos –tonalpohualli– y la cuenta de los meses o veintenas –cempoallapohualli– permitían al indígena prehispánico situarse en un mundo espacio-temporal en el que el movimiento, ollin, era la condición fundamental de su permanencia.
Los mecanismos calendáricos del xiuhpohualli y del tonalpohualli fueron percibidos de manera adecuada por los frailes, pero la periodicidad dinámica del cempoallapohualli, la cuenta de los meses que conformaban el año, parece no haber sido comprendida si consideramos la imagen que dieron de esta cuenta y las tergiversaciones en cuanto a cuáles eran el primer día y el primer mes del año. Todo indica que los religiosos intérpretes de la cuenta indígena se empeñaban en buscar una correlación precisa con el calendario cristiano, asumiendo que funcionaba de la misma manera, con un comienzo y un fin de años y de meses fijos, reduciendo asimismo la otredad conceptual de su cronología a los esquemas calendáricos europeos prevalecientes en el siglo XVI.
Metztli: el mes indígena de 20 días
El mes indígena o metztli, como su nombre lo indica, está relacionado con la luna. La duración de su ciclo (29 días, aproximadamente) definió periodos naturales que fueron calendáricamente “domesticados” por el indígena náhuatl e integrados al transcurso anual del Sol. Parte de esta domesticación calendárica del andar selénico fue su reducción a trechos espacio-temporales de 20 días. No podemos abundar sobre los aspectos cualitativos del tema, en el contexto de este artículo, digamos simplemente que el sistema vigesimal de cómputo mesoamericano, el carácter simbólico solar del exponente numérico 20, una tetralogía espacio-temporal con carácter helíaco de pueblos sedentarios que sustituía una medición selénica de la duración, propia de los nómadas, así como determinismos más pragmáticos en la estructuración calendárica del tiempo, fueron algunos de los factores culturales que hicieron que el ciclo natural de la luna se “cuadrara” en veintenas en el cempoallapohualli, literalmente “cuenta de veintenas”. Por otra parte, el número 20, suma o multiplicación tetralógica del exponente “5”, representaba una micro totalidad. En téenek , la lengua de los huastecos, una misma palabra: ínic , significa tanto “veinte” como “hombre”, con base, probablemente, en los cinco dedos de las manos y de los pies que confieren al ser humano una plenitud “numérica” y al número un valor trascendental. La unidad que constituye el mes fue asimismo una micro totalidad espacio-temporal cuyo cómputo calendárico revela el oleaje y la resaca cíclicos que caracterizan al tiempo indígena náhuatl prehispánico. Los días giraban en torno al centro ígneo, recorrían los cuatro horizontes cardinales, y el tiempo fluía del 1 al 13.
Patrick Johansson K. Doctor en Letras por la Universidad de París (Sorbona). Investigador del Instituto de Investigaciones Históricas y profesor de literaturas prehispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras, ambos en la UNAM.
Johansson K., Patrick, “Cempoallapohualli. La cuenta náhuatl de las veintenas”, Arqueología Mexicana núm. 145, pp. 72-79.
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