Julio Glockner
La idea cosmogónica mesoamericana de que en el interior de una montaña sagrada –volcanes y otros cerros– están depositados espiritualmente los mantenimientos de los humanos perdura hasta nuestros días. Por ello, los campesinos que habitan en las faldas de los volcanes acuden con sus respectivos especialistas a pedir la lluvia año con año.
El pensamiento mágico religioso se sustenta en la plena convicción de que la realidad no se agota en todo aquello que perciben nuestros sentidos cuando estamos despiertos. En la milenaria perspectiva de los pueblos tradicionales que ordenan su visión del cosmos desde la noción de lo sagrado, hay un mundo espiritual que existe simultáneamente al mundo material que consta a nuestra percepción cotidiana. Ese mundo espiritual no es concebido como “Otro Mundo” ajeno y distante, sino más bien como otra forma de existir en el mismo mundo. Lo espiritual y lo material conforman una sola y compleja realidad, un solo mundo en el que algunos especialistas rituales, hombres y mujeres, han adquirido la facultad de actuar en ambas dimensiones.
Sin que existan límites infranqueables entre sus prácticas, el poseso y el chamán son tal vez las figuras más relevantes en el secular oficio de conjugar ritualmente espíritu y materia con propósitos terapéuticos, adivinatorios o propiciatorios de beneficios o maleficios a personas y colectividades.
La atención que en los estudios del México antiguo han merecido los sacerdotes que oficiaban en los cultos públicos, ha soslayado el papel de otros personajes cuya actuación es mucho más modesta pero no menos importante, pues se encuentra diseminada en el cuerpo social desde la antigua aldea agrícola y el calpulli hasta nuestros días, pasando por el largo periodo colonial durante el cual se crearon sus características sincréticas. Me refiero a los chamanes, cuya cabal comprensión aún permanece en una zona de indefinición conceptual al ver reducidas sus facultades a una sola de sus funciones, la de curandero. El hecho de que se manejen indistintamente estos términos nos da una idea de la confusión existente. Dos rasgos distinguen a los chamanes: tener una experiencia mística en la que reciben el mandato de algún espíritu, y realizar sus actividades terapéuticas y adivinatorias mediante un viaje al ámbito espiritual.
Glockner, Julio, “Chamanismo en los volcanes”, Arqueología Mexicana núm. 69, pp. 40-47.
• Julio Glockner. Antropólogo social egresado de la ENAH. Investigador del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la UAP. Autor de Los volcanes sagrados. Mitos y rituales en el Popocatépetl y la Iztaccíhuatl y Así en la tierra como en el cielo. Pedidores de lluvia del volcán.
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