De tamal mal cocido
“Otra abusión tenían cuando se cuecen los tamales en la olla. Algunos se [pegan] a la olla, como la carne cuando se cuece y se pega a la olla. Decían que el que comía aquel tamal pegado, si era hombre, nunca bien tiraría en la guerra las flechas, y su mujer nunca pariría bien. Y si era mujer, que nunca pariría, que se la pegaría el niño dentro”.
Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, apéndice del lib. V, cap. VIII.
Consejas populares
“Las tamaleras persignan la masa y no pueden preparar tamales en los días de su menstruación o durante el embarazo porque entonces no se cuecen, ‘quedan masacotudos o empalados’. Tampoco hay que estar de malas porque el humor se transmite a la masa y el producto se agria o se aceda. ‘A los tamales les gusta la música. Salen más tiernos y sabrosos si la tamalera chifla, tararea o canta, si hay un aparato de radio prendido. En la península de Yucatán se les lleva un sacerdote para la bendición o un trío les entona trovas de la región’...
Si una bolita de masa flota en el agua es que ya está lista, si se va al fondo necesita más batido. Para saber si ya están cocidos se arranca un trozo al tamal y se arroja contra la pared; cuando se queda pegado quiere decir que les falta, o bien se le encaja una madera que, si sale limpia, significa están a punto... Un tamal que se pega a la hoja no sirve, uno que se deshace, tampoco.
En Xico, cerca de Xalapa, pintan una cruz en el bote tamalero para que se cuezan parejos los tamales y golpean la lata con una ortiguilla para darles energía positiva.
Un secreto prehispánico en la elaboración de tamales es usar para la masa agua hervida con tequesquite y con cáscara de tomate; también se usan cenizas y anís. Todo ello con el objeto de que los tamales se ‘esponjen’. Otra costumbre es ponerle sal al agua que hervirá para cocerlos al vapor. Se piensa que así no resultan desabridos”.
Tomado de Iturriaga, 2013, pp. 70-71.
“El tamal en México. Breve historia”, Arqueología Mexicana Especial 76, pp. 40-41.