Cuauhxicalli “recipiente del águila”

Javier Urcid

Cuauhxicalli

¿Y qué de los cuauhxicalli? Lo primero a considerar es que los recipientes que hacen honor a lo que el término significa están hechos de piedra, no de cerámica. La selección de este material es en sí significativo por sus implicaciones ontológicas. Son objetos hechos para durar, considerados “eternos”, “inalterables”, “inmutables”, “permanentes”.

Cierto es que varios de los “recipientes del águila” tienen en promedio 19 cm de diámetro y 9 cm de altura, es decir, son ligeramente más chicos que el contenedor de Tula, pero a diferencia de este último, su decoración hace referencia a concepciones sagrados únicas. Los bordes pueden incluir la representación de corazones humanos o de plumas de águila, lo que denota la manutención del Sol (los corazones de las ofrendas sacrificadas), que es alimentado por los avatares del astro (las águilas).

Al fondo del recipiente está, en forma explícita o implícita, el glifo 4 ollin, síntesis de la concepción cíclica y de larga duración temporal. Y por debajo, en la superficie sobre la que descansa el recipiente, sobresale la representación femenina del nivel telúrico.

Imagen: Tres cuauhxicalli portátiles: a) Museo Etnológico de Berlín; con los dibujos de todos sus grabados. b) Weltmuseum, Viena. c) Museo del Indígena Americano, Washington. Fotos: Staatliche Museen Zu Berlin, Ethnologisches Museum / Martin Franken (a), Weltmuseum Wien (b), National Museum Of The American Indian / Smithsonian (c).

Javier Urcid. Doctor en antropología por la Universidad de Yale. Profesor en el Departamento de Antropología de la Universidad de Brandeis, Boston, Massachussetts.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Urcid, Javier, “¿Cuauhxicalli o vasija que simula un tambor? ”, Arqueología Mexicana, núm. 184, pp. 68-73.