Felipe Ramírez
Hay coincidencia en la presencia de la tradición Chupícuaro en Cuicuilco, que es identificada por estudiosos como Noguera, Heizer y Bennyhoff, Müller y Rodríguez Sánchez. Sin embargo, discrepan en el plano temporal y en el de los “contactos” de Cuicuilco con algunas otras regiones.
Los contactos pueden ser considerados como la relación o trato que se establece entre dos o más personas o entidades, y para este caso entre regiones. Las primeras menciones de esas evidencias de relaciones o contactos de Cuicuilco con otras regiones son de Noguera a fines de los treinta del siglo pasado; en ellas propone que se observan ciertos rasgos tanto en figurillas como en cerámica que señalan “influencias” provenientes del oeste de México, específicamente de un complejo cerámico desarrollado en Chupícuaro, en el actual estado de Guanajuato, durante las últimas fases de ocupación en Cuicuilco, esto es, entre el 1 y 150 d.C. (periodo Teotihuacan I).
En 1957 Robert F. Heizer y James A. Bennyhoff hablan también de la presencia de una fuerte “intrusión o influencia” venida del norte y derivada de la llamada tradición Chupícuaro, entre 200 y 100 a.C. (fase Cuicuilco IV), la cual se ve reflejada en las figurillas H4, en vasijas cerámicas rojas decoradas con pintura blanca y cerámicas con bases de pedestal. De igual forma añaden un nuevo elemento a la discusión, la presencia de un complejo cerámico proveniente de una región ubicada en el actual estado de Puebla, el cual, proponen, vino a desplazar al Occidente en Cuicuilco entre 100 a.C. y 1 d.C., y que se caracteriza por cerámicas con pinturas muy resistentes, grandes cuencos y vasijas cremas decoradas con pintura roja.
Como se podrá notar, la evidencia arqueológica en la que se basaron tanto Noguera como Heizer y Bennyhoff para establecer contactos interregionales sólo hace referencia a cierto tipo de figurillas y vasijas cerámicas, sin que hasta ese momento se llevara a cabo ningún tipo de análisis físico-químico en dichos objetos, para corroborar su verdadera procedencia (aunque aplicaron el análisis de activación neutrónica a cerámicas de la fase Tzacualli, desconocemos por qué no lo hicieron con las figurillas y cerámicas que argumentaban procedían del Occidente o de alguna región del actual estado de Puebla). Sin embargo, debemos decir que ese análisis fue cuestionado por Anna O. Shepard (1966). También es palpable la discrepancia temporal en ambos casos. Noguera asume la presencia de Chupícuaro en Cuicuilco entre 1 y 150 d.C., y Heizer y Bennyhoff entre 200 y 100 a.C. Veamos qué dicen otros estudiosos de Cuicuilco en relación con el tema.
Florencia Müller, como parte del equipo que encabezó Roberto Gallegos en el salvamento arqueológico en Cuicuilco B, esto es, el espacio donde fue construida la Villa Olímpica en 1968, habla de cierta cerámica de importación llamada Blanco Granular, cuya procedencia, destaca, se ubica entre Chimalacatlán, Morelos, y el Balsas Medio en Guerrero, entre 1000 y 800 a.C. Müller menciona la presencia de cerámicas de importación durante 800 y 600 a.C., provenientes de las tierras mayas (del tipo Waxy Ware, cuyo rasgo principal es que es “cerosa”), Monte Albán, Morelos y Guerrero (Blanco Granular). Entre 600 y 200 a.C. continúa la presencia del tipo Blanco Granular de Morelos y Guerrero, de braseros estilo Balsas, y comienzan a aparecer elementos de la tradición Chupícuaro, como las figurillas H4 (tipo grande), O-H, H3 y J, esto último entre 400 y 200 a.C. Para 200 y 150 a.C., Müller menciona que la tradición Chupícuaro perdura en Cuicuilco mediante las figurillas H4 (sólo que ahora más pequeñas). Entre 150 y 100 a.C. la tradición Chupícuaro disminuye hasta desaparecer (al parecer se elaboran sólo copias locales), pero se observa cerámica de importación como el Anaranjado Duro, la Pasta Fina del Golfo, y continúa la “cerosa” del área maya, además del Blanco Granular de Morelos y Guerrero. Müller menciona que algunos objetos, como collares, pendientes o pulseras elaboradas en jadeíta, probablemente procedan de Guerrero o Guatemala. Señala que se recuperó obsidiana de varios colores: verde botella de Sierra de las Navajas, gris uniforme de Otumba, negra de Metepec y de Pizarrín, y gris veteada de El Paredón y de Tilzapotla en Cuernavaca.
En estudios posteriores, como el de Rodríguez Sánchez en Cuicuilco C, se alude a la presencia de cerámicas del valle de Morelos entre 700 y 400 a.C. (donde fueron identificados tipos cerámicos como el Peralta Naranja), y de figurillas H2 y H4 entre 400 y 200 a.C., cuya tradición tiene su origen en Chupícuaro.
Felipe Ramírez. Doctor en estudios mesoamericanos. Director del Proyecto Arqueológico Cuicuilco. Trabaja en la Dirección de Estudios Arqueológicos, INAH.
Ramírez, Felipe, “Cuicuilco. Contactos interregionales”, Arqueología Mexicana núm. 151, pp. 40-45.
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