El cuerpo humano y las pirámides

María Teresa Uriarte

El cuerpo humano no fue sólo referencia para la medida, también se integró como parte de las construcciones. Se ven cuerpos humanos que sostienen tronos, en el Monumento 2 de Potrero Nuevo, Veracruz, o techumbres, como los atlantes de Tula, Hidalgo. En Chichén Itzá, a diferencia de su hermana gemela del altiplano, Tula Xicocotitlán o Tula, Hidalgo, la figura humana se labraba en los pilares y algunos ejemplos todavía conservan la policromía que les daba vida. En las construcciones mesoamericanas, las columnas, de planta circular o cuadrada, desempeñaron siempre un papel importante. En Chichén Itzá las columnas se convierten en el cuerpo de una serpiente –que con seguridad ha perdido los colores que la cubrían– para darnos un ejemplo extraordinario de lo que se llama integración plástica.

Imagen: Izquierda: El cuerpo humano es la base de las medidas en la mayoría de los edificios prehispánicos. Dibujo: Citlalli Coronel. Derecha: Pórtico con dos columnas en forma de serpientes. Derecha: Templo de los Jaguares. Zona arqueológica de Chichén Itzá, Yucatán. Foto: Sergio Autrey / Raíces.

 

Ma. Teresa Uriarte. Doctora en historia por UNAM, fue directora del Instituto de Investigaciones Estéticas. Ha escrito y coordinado diversos libros de arte prehispánico, el más reciente sobre arquitectura precolombina en Mesoamérica, publicado en francés, italiano y español y próximamente en inglés. Es miembro de la junta de Gobierno de la UNAM.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Uriarte, María Teresa, “Las pirámides y la integración plástica”, Arqueología Mexicana, núm. 101, pp. 52-55.

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