Fernando Báez Urincho
El Edificio 4 es el primer palacio de Tula que ha sido explorado de manera detallada. La información que resultó de su exploración permite conocer la vida cotidiana, política y ritual de los gobernantes de Tula, en particular, y de la sociedad y cultura tolteca en general, en el Posclásico Temprano, así como su influencia en los grupos de la Cuenca de México en el Posclásico Tardío.
En la sociedad tolteca hubo un sector que regía y representaba el estatus imperial; esta clase dominante, para detentar y justificar su poder, requería demostrarse como tal y por eso levantó grandes y complejos edificios en los que se atendían las diversas necesidades religiosas, económicas, militares y políticas. Además, se construyeron residencias para ese grupo gobernante.
Tenemos conocimiento de la existencia de edificios de la zona monumental asociados a esas necesidades, como las pirámides B y C, las tres canchas de juego de pelota, el Palacio Quemado, el Edificio K, el Coatepantli y el Tzompantli. Existe también un conjunto iconográfico en esculturas de piedra como los Atlantes, los Chac Mool, estelas, portaestandartes y lápidas. Sin embargo, quedan por resolver aspectos como los lugares en que vivía la clase dominante y los usos específicos que se daba a esos recintos, entre otros.
Aunque hay algunas investigaciones, como las del Palacio de Charnay y las unidades residenciales en la periferia del recinto sagrado, no abordan esos espacios como aposentos de los gobernantes toltecas El arqueólogo Jorge Acosta planteó que el palacio donde pernoctaban los reyes se encontraba dentro del recinto y que se trataba de un espacio situado entre la Pirámide B y la Pirámide C, al que llamó Palacio al Este del Vestíbulo o Edificio 4. El planteamiento de Acosta fue resultado de las excavaciones en que se descubrió la entrada principal del edificio, que constaba de una banqueta-altar en cuyas molduras se ven en relieve personajes ricamente ataviados, como si formaran parte de una procesión de lo que parece ser la entronización de uno de los gobernantes de Tula.
Esta representación es similar a la descripción que hace Sahagún de una ceremonia de entronización de los reyes mexicas, en la que participan grandes personalidades de distintos reinos.
En el interior de este edificio, Acosta excavó una franja en el eje norte-sur, y entre los elementos arquitectónicos que descubrió estaban una serie de cuartos y una sala, que consideró eran los espacios en que vivían los gobernantes. Esta distribución arquitectónica, según Acosta, presenta una gran similitud con las unidades de los mexicas durante el Posclásico Tardío. En especial, el Edificio 4 y la Casa de las Águilas tienen una gran semejanza, aunque no tengan las mismas funciones.
En numerosas fuentes históricas es patente la filiación tolteca-mexica. Los mexicas proclamaban un origen glorioso, y se decían procedentes o herederos de una cultura que fue, en su momento histórico, la más poderosa del mundo prehispánico; por ello, para enaltecer un pasado glorioso, los mexicas retomaron elementos culturales que por adaptación o tradición tienen correspondencia u origen tolteca. Prueba de ello, además de los elementos iconográficos, son las similitudes en cuanto a ubicación, relación espacial y arquitectónica entre los edificios de los recintos de Tula y Tenochtitlan.
Báez Urincho, Fernando, “El Edificio 4. Palacio del rey tolteca”, Arqueología Mexicana núm. 85, pp. 51-54.
• Fernando Báez Urincho. Arqueólogo por la ENAH. Participó en el proyecto “Investigación, conservación y mantenimiento para la zona arqueológica de Tula, Hidalgo”. Trabaja en el Centro INAH Guerrero, en el proyecto “Delimitación y registro para el estado de Guerrero”.
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