El equinoccio de primavera y las zonas arqueológicas

Enrique Vela

Por más esfuerzos que hacen los arqueólogos para hacer ver que el desarrollo de las sociedades prehispánicas, como el de cualquier otra en cualquier época y en cualquier lugar, es producto esencialmente de dinámicas culturales propias, siempre han existido quienes elaboran ideas extravagantes que hacen de agentes externos los actores principales. El recuento de sinsentidos escapa al espacio disponible aquí, pero como botón de muestra quedan estos ejemplos de publicaciones que atribuyen a seres del espacio exterior cualquier logro obtenido por nuestras culturas prehispánicas.

Como si no bastara con las molestias que causa esta suerte de esoterismo arqueológico, derivado del oportunismo y la ignorancia, no falta que alguna dependencia pública abone en él. Es el caso de una desafortunada campaña de promoción del mundo maya que no sólo estaba basada en el supuesto pronóstico del fin del mundo, sino que además le sumaba la idea de la presencia de extraterrestres en el México antiguo.

En esta misma tesitura, la de atribuir a lo prehispánico significados que no tiene en modo alguno, se sitúa la práctica más o menos reciente de acudir a las zonas arqueológicas a “cargarse de energía” en fechas como el equinoccio de primavera; cabe señalar que salvo una buena asoleada, no consiguen otra cosa. Por el mismo camino van los que sostienen curar con base en la sabiduría prehispánica y recurren a preparaciones y métodos de los que no existe registro alguno. Si bien es cierto que existe información sobre la medicina en la época prehispánica, y que se conserva una sólida tradición de medicina indígena, poco o nada tienen que ver con los practicantes de sanaciones.

 

Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial.

 

Vela, Enrique, “Algunos abusos más”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 46, pp. 84-87.