El México prehispánico y los símbolos nacionales

Eduardo Matos Moctezuma

La piedra, el nopal, el águila y la serpiente forman la tetralogía que dio pie a la elaboración de nuestros símbolos patrios: la bandera y el escudo nacionales. Sin embargo, la historia de que están acompañados tiene antecedentes que se remontan, por un lado, al mundo prehispánico, y por el otro, a un proceso evolutivo que los llevó a pasar por diversas vicisitudes hasta transformarse en lo que hoy son.

 

Los protagonistas

 

Diversos investigadores se han dado a la tarea de estudiar los orígenes de esos símbolos y lo que representaban en el México antiguo. Interesante resulta el trabajo de José Corona Núñez (1992), para quien tanto la piedra como las tunas representan corazones. En este sentido, recordemos el relato que habla de cómo Cópil lucha en contra de Huitzilopochtli y es vencido para acto seguido ser sacrificado y su corazón arrojado en medio del lago, en donde cae sobre una piedra de la que crecerá el tunal que servirá de signo para la fundación de Tenochtitlan. Por su parte, el águila representa al cazador celeste, Huitzilopochtli, y en cuanto al binomio águila-serpiente, ve en ello la lucha diaria entre la noche y el día, la vida contra la muerte.

Entre los mexicas, el águila tiene una connotación solar y está relacionada con Huitzilopochtli. Así lo vemos desde el momento en que los mexicas salen de Aztlan guiados por este último y por el tlacatecólotl Tetzauhtéotl. He aquí el relato de Cristóbal del Castillo:

Porque los viene guiando el tlacatecólotl, que se transforma en águila y vuela frente a ellos, guiándolos. Así se lo comunicó a su servidor Huitzilópoch, que es el gobernante de los mecitin. Les dijo:

 

–Yo os iré guiando a donde vayáis, iré mostrándome como águila, os iré llamando hacia donde iréis, sólo idme viendo. Y cuando haya llegado a donde ya me parezca bueno, donde os asentaréis, allá me posaré, allá me veréis, ya no volaré. De modo que enseguida hagáis mi templo, mi casa, mi cama de paja donde estuve levantando el vuelo (Castillo, 1991).

 

De este relato y otros más que hablan de la fundación de Tenochtitlan queda claro cómo el águila se detiene sobre el tunal. Entre las esculturas mexicas que muestran lo anterior está el conocido Teocalli de la Guerra Sagrada, que representa un templo mexica con su escalinata de acceso a la parte superior, donde hay dos personajes: Huitzilopochtli y Moctezuma II, que hacen penitencia. En cuanto al águila, ésta se encuentra en la parte posterior del monumento parada sobre el nopal con tunas, que a su vez nace de la tierra representada por una figura con boca y dientes (Tlaltecuhtli, la tierra), en medio de un ambiente acuático. Como dato adicional quiero mencionar que del pico del ave surge lo que podría confundirse con una serpiente: el atl-tlachinolli o corriente doble que simboliza la guerra. Aunque existen varias figuras de águilas dentro de la escultórica mexica, pienso que ésta es la mejor representación de lo que venimos tratando.

En los primeros años de la Colonia el símbolo continuó en uso, como lo confirma la lámina 1 del Códice Mendoza, en la que se aprecia a la ciudad de Tenochtitlan dividida en cuatro cuadrantes y en medio, el águila parada sobre el nopal, que a su vez surge de una piedra. También puede verse en códices como el Durán y el Aubin, pintados por tlacuilos o pintores indígenas que utilizan el símbolo que representa la fundación de la ciudad de Tenochtitlan.

 

Matos Moctezuma, Eduardo, “El México prehispánico y los símbolos nacionales”, Arqueología Mexicana núm. 100, pp. 46-53.

 

Eduardo Matos Moctezuma. Maestro en ciencias antropológicas, especializado en arqueología. Fue director del Museo del Templo Mayor, INAH. Miembro de El Colegio Nacional. Profesor emérito del INAH.

 

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