Silvia Garza Tarazona
El Mural del Debate muestra una desavenencia entre dos grupos en el poder que desató un enfrentamiento y la guerra en Xochicalco, lo que marcó el final y el abandono del sitio.
La pintura mural en Xochicalco, Morelos, como en casi todos los sitios arqueológicos de Mesoamérica, fue de una gran policromía y riqueza informativa. Según Eulalia Guzmán (1933), los mesoamericanos le tenían horror a las superficies lisas y blancas.
El estudio de los murales es muy importante por la extensa información que contienen, de tipo religioso, político y social, la cual puede ayudarnos a entender lo que otros materiales arqueológicos no aclaran por no resistir el embate del tiempo.
El sitio arqueológico de Xochicalco se localiza a 36 km al suroeste de la ciudad de Cuernavaca, en Morelos, y ha sido declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la unesco. Una peculiaridad de Xochicalco es que no hubo ningún asentamiento previo a su apogeo, ni existió otro posterior al año 1100 d.C., en que fue abandonado.
Xochicalco fue fundado alrededor de 600 d.C. por un grupo que poseía los conocimientos más avanzados de la época. Esto les permitió seleccionar y modificar un lugar específico en la parte alta de un cerro, desde donde se dominaba un amplio territorio y, por tanto, todo movimiento de personas en cualquier dirección.
Xochicalco fue una ciudad fortificada, y ya los primeros cronistas reconocen el carácter defensivo del sitio: rodeando en parte el perímetro del cerro se encuentran obras defensivas como fosos y murallas, que sumadas a las barrancas lo hacían inexpugnable. Para habitar este lugar fue necesario un sistema de estricta disciplina a fin de lograr construir la ciudad, pues la geografía del sitio, por sí sola, no es apta para la subsistencia.
Xochicalco fue una ciudad compleja construida de acuerdo con un plan. Su diseño debió iniciarse en la parte más alta del cerro, donde se encuentra la Acrópolis (Estructura 8) y en la que se colocó una escultura que representa un árbol con sus raíces y ramas, coronado por el Sol, el cual les da el poder divino para asentarse en esa tierra. Se trata de un marcador solar que señala la salida del astro a partir del 1 de noviembre desde la peña del Jumil y a lo largo de 105 días. Este edificio en especial fue modificado y sus muros reforzados para que sostuvieran un segundo piso. Cuando esto ocurrió, el marcador dejó de funcionar como tal, para sólo quedar como prueba de la legitimidad de sus fundadores (Garza y González, 2004).
Como complemento de este edificio se construyeron patios y cuartos al frente y a los costados, que probablemente funcionaron como palacio y grandes salones para realizar trabajos especializados que eran controlados por el gobierno, concepto que Linda Manzanilla ha expresado muy claramente en su trabajo sobre templo-palacio (Manzanilla, 1985, pp. 91-114).
Xochicalco desapareció debido a una lucha intestina: lo más probable es que la férrea disciplina ejercida por el grupo en el poder fuera, entre otras causas, uno de los detonadores del enfrentamiento entre personajes de la elite y que seguramente involucraron al pueblo. Esto es evidente arqueológicamente por las huellas de destrucción e incendio de todos los edificios gubernamentales y religiosos, con el consecuente abandono de la ciudad, a diferencia de los edificios habitacionales, que sólo muestran un abandono intempestivo.
Silvia Garza Tarazona. Maestra en arqueología por la enah. Investigadora del inah en el Proyecto Xochicalco desde 1984 hasta la fecha.
Garza Tarazona, Silvia, “El Mural del Debate Xochicalco, Morelos”, Arqueología Mexicana núm. 136, pp. 16-19.
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