A finales de 1890 el notable explorador noruego Carl S. Lumholtz se internó en territorio mexicano e inició con sus habitantes una intensa relación que abarcó 20 años, durante los cuales realizó seis viajes de investigación por distintas zonas. Aunque la primera vez se hizo acompañar por un nutrido grupo de más de 30 personas -en el que se contaban especialistas en diversas disciplinas científicas-, a partir del segundo recorrido estuvo acompañado sólo por ayudantes locales. El fruto principal de esas exploraciones fue la obra titulada El México desconocido, en la que Lumholtz plasmó un vasto y bien documentado acervo relativo no sólo a la naturaleza y la etnología, sino también a la arqueología de regiones, como la serranía chihuahuense, que hasta entonces habían sido poco estudiadas.
Tomado de “El norte de México. Imágenes de Carl S. Lumholtz”, Arqueología Mexicana núm. 51, pp. 28-33.