En el mito y en la historia. De Tamoanchan a las siete ciudades

Miguel León Portilla

Es importante ponderar algunas de las semejanzas y diferencias entre el mito y la historia para poder acercarnos a varios relatos sobre los lugares o ciudades sagradas, originales o primordiales, ya fueran éstas reales o fantásticas y de difícil o imposible ubicación.

 

En la vasta geografía del cemanáhuac la tierra en el anillo del agua , que más tarde se nombró Nueva España, hubo asentamientos de pueblos y ciudades de cuya existencia hablan relatos que son mitos o historia o ambas cosas a la vez. La textura del mito la tejen palabras primordiales. la de la historia, según se dice. palabras resultado de indagación. Etimológicamente. mito –mythos- significa palabra; historiar -del verbo historein- es inquirir. ¿Mitos e historia son expresiones irreductibles? ¿O son dos modos distintos de evocar un pasado? ¿Son dos formas de construir significación en el discurrir temporal de los seres humanos? Desde la perspectiva de sus consecuencias, ¿qué ha calado más hondo en sus vidas. los relatos míticos o los que llamamos históricos? ¿Los relatos sagrados -los que dan cimiento a las creencias religiosas- son míticos o históricos o una y otra cosa?

Teniendo como trasfondo estas preguntas traeré aquí a la memoria varios relatos que algunos han tenido como mitos y otros como historia, e insistiré en ocasiones, como ambas cosas a la vez, relatos que hablan de asentamientos humanos, situados en la que se ha considerado unas veces geografía fantástica de y otras geografía de realidades primordiales, de difícil o imposible ubicación. Sin embargo, tales fantasías o realidades primordiales son las que a veces vuelven comprensibles aconteceres clave en el devenir histórico. Los relatos en que me fijaré provienen, unos de los tiempos prehispánicos y otros del periodo novohispano. Al atender a ellos, busco un poco de luz para percibir algunas de semejanzas y las diferencias que hay entre el mito y la historia.

 

Relatos acerca de los orígenes: Teotihuacan y Tamoanchan

Lugares de enorme significación en Mesoamérica son Teotihuacan y Tamoanchan. En tanto que parece fácil señalar la ubicación de Teotihuacan, en cambio, respecto de Tamoanchan mucho se ha especulado. Y, sin embargo, en ambos casos el mito y la historia se entreveran, difunden luz y misterio.

Sencilla respuesta es decir que Teotihuacan se halla donde se yerguen las dos grandes pirámides, al norte de la actual ciudad de México. Pero, ¿es allí donde se restauró el mundo y comenzó a existir Ollin Tonatiuh, el Sol de Movimiento? ¿Fue en ese lugar donde se sacrificaron los dioses para que los astros se movieran y pudieran existir los seres humanos? O, más bien, como lo evoca otro relato, ¿estuvo allí el escenario en el que se establecieron hombres sabios procedentes de Tamoanchan y, tras erigir su señorío, edificaron los grandes adoratorios al Sol y la Luna?

En tiempos de los mexicas, algunos acudían a Teotihuacan y, según lo manifestaron, “encontraron agujeros de donde sacaron las piedras con que hicieron las pirámides y así las hicieron muy grandes". Creían ellos, además, que quienes morían en Teotihuacan se transformaban en dioses (Códice Matritense, f. 195r).

Se dice que anterior a Teotihuacan fue Tamoanchan. Según los nahuas, ese nombre significa “Nosotros buscamos nuestra casa”. Sabemos hoy que Tamoanchan es vocablo que, escrito de varias formas en textos nahuas como Cantares mexicanos y otros, tiene un significado que no ha podido esclarecerse en definitiva. Adopto aquí la hipótesis propuesta por Alfredo López Austin: "se desciende a su hogar", en el sentido de que es en Tamoanchan donde se halla el hogar primordial de dioses y seres humanos (López Austin, 1994, p. 87).

Los informantes de Bernardino de Sahagún refieren que los sabios que se establecieron en Teotihuacan procedían de Tamoanchan. Era ese un lugar de vida y abundancia. A él había llegado Quetzalcóatl después de rescatar los huesos preciosos de antiguas generaciones para formar con ellos nuevos seres humanos. Con la sangre de su pene y la penitencia de otros dioses, iban a nacer los macehuales, merecidos por el sacrifico divino.

Tamoanchan tiene otros nombres: Xochitlalpan, Tierra florida: Xochinquahuitl onicac, Donde se yergue el árbol con flores... Es también allí a donde Quetzalcóatl llevó el maíz rescatado del monte Tonacatépetl para que los dioses lo mascaran y lo pusieran en las bocas de los humanos. Y fue asimismo allí donde -según tradición recogida por fray Jerónimo de Mendieta- en una cueva, "en tierra de Cuernavaca", los dioses dieron forma al calendario.

Lugares de orígenes primordiales, Tamoancban y Teotihuacan clave en el pensamiento y hasta hoy continúan siendo atracción y misterio. Pero también en Tamoanchan pecaron los dioses y se quebró el árbol florido. De esto dan cuenta el Códice Telleriano-Remensis y, asimismo, el Borgia, el Fejérváry-Mayer, el Vaticano B y otros.

La relación de Tamoanchan con “la tierra de Cuernavaca” no quedó en el olvido. Ha habido estudiosos que, saltando del mito a la geografía y a la historia. han ubicado a Tamoanchan en el actual estado de Morelos. El obispo Francisco Plancarte lo hizo y, tratando de precisar más, Román Piña Chán la identificó con Xochicalco.

El relato del mito primordial acerca de Tamoanchan complementa al que existe acerca de Teotihuacan. Ambos son lugares ele origen: del Sol de movimiento, de los nuevos seres humanos, del maíz y, en el caso de Tamoanchan. también del calendario y la transgresión. Entre otras cosas, había morado allí Xochiquétzal -"la diosa de los enamorados"- que “dicen fue mujer de Tláloc pero que se la hurtó Tezcatlipoca" (Muñoz Camargo, f. 152v).

Hoy es posible visitar Teotihuacan; Tamoanchan es evocada en códices y textos. A través de ellos podemos también visitarla. Relatos, mito e historia, asociados a los orígenes cósmicos, divinos y humanos, se entretejen y mantienen perdurable fascinación. Son verdad en el pensamiento nahua. ¿Pueden serlo también en el nuestro?

Hablar de relatos acerca de los orígenes podría llevarnos también a Aztlan y Chicomóztoc. A ambos se refieren varios libros de pinturas y caracteres; también los describen crónicas en náhuatl y castellano. Y hay quienes se esfuerzan por encontrar su ubicación en la geografía del norte de México.

 

Miguel León-Portilla. Doctor en filosofía por la UNAM. Miembro de las academias mexicanas de la Historia y de la Lengua, del Colegio Nacional y de la National Academy of Sciences, E.U.A. Autor de numerosas publicaciones y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

 

León-Portilla, Miguel, “En el mito y en la historia. De Tamoanchan a las siete ciudades”, Arqueología Mexicana 67, pp. 24-31.

 

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