Descubriendo geoglifos antropomorfos del Periodo Paracas en Palpa
Entre noviembre de 2017 y abril de 2018 se realizaron una serie de reconocimientos aéreos a baja altura enfocados en las laderas de las montañas alrededor de la ciudad de Palpa para localizar, documentar y proteger sitios arqueológicos y geoglifos. Palpa se encuentra en la sección norte de la región de Palpa-Nasca, 400 km al sur de Lima, y es en el extremo sur de esa región, en el valle de Nasca, donde la mayoría de las famosas líneas de Nasca, Patrimonio Mundial de la UNESCO, están situadas.
Estos vuelos tuvieron como resultado el descubrimiento de una serie de nuevos geoglifos de seres antropomorfos pertenecientes –probablemente– al periodo Paracas (800-1 a.C.), el cual antecede a la consolidación de la sociedad Nasca. Los reconocimientos fueron llevados a cabo en colaboración con el Ministerio de Cultura, con el propósito de identificar sitios arqueológicos y geoglifos y contribuir a su protección, parcialmente financiados por la National Geographic Society, como parte del programa de GlobalXplorer (Yates, 2018), dirigido a comprobar en el campo los descubrimientos realizados por arqueólogos aficionados.
En busca de las figuras de Palpa
El trabajo de campo fue realizado por un equipo de arqueólogos peruanos dirigidos por Luis Jaime Castillo, de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) de Lima, y por Johny Isla, del Ministerio de Cultura del Perú, e incluyeron también a los arqueólogos Fabrizio Serván y Karla Patroni de la pucp. Si bien este proyecto no es el primero en realizar una cobertura aérea sistemática (véase Lambers, 2006), este reconocimiento aéreo es el primero que se realiza de forma sistemática y a muy baja altura, gracias al cual se obtuvieron miles de fotos que luego fueron procesadas mediante un software de fotogrametría. Los productos resultantes fueron modelos 3d y ortofotografías 2d de alta resolución, así como detalle de las pendientes que mostraban cualquier alteración en la superficie. Como en la región vecina de Nasca, el clima en Palpa es extremadamente árido y con escasas precipitaciones, de modo que cualquier modificación en la superficie del terreno puede mantenerse relativamente intacta por milenios. La creación de las figuras de Palpa y de las líneas de Nasca tienen en común la técnica empleada, la cual consiste en remover las piedras oscuras de la superficie para exponer el terreno de color claro que yace debajo, creando alteraciones en la superficie fácilmente perceptibles en modelos 2d y 3d. Los reconocimientos y la documentación aérea se realizaron usando drones completamente automáticos y de poco tamaño, volando a alturas de entre 20 y 50 m. Los drones cubrieron áreas extensas, de entre 100 y 884 ha, siguiendo polígonos prediseñados en software de autopiloto capaces de controlar la altura, la velocidad, la posición de la cámara, el traslape de lado y frontal entre fotografías, etc. En contraste con los anteriores intentos de utilizar drones en esta región, y con el propósito de estudiar los geoglifos, previamente identificados y documentados (Reindel e Isla, 2017, comunicación personal; Sauerbier y Lambers, 2003; Pavelka et al., 2018), nuestro proyecto se enfocó inicialmente en recorrer y documentar áreas extensas, incluso si no presentaban evidencia alguna de figuras. Consecuentemente, la mayoría de las figuras que fueron identificadas se encontraron en los laboratorios, durante y después del procesamiento de las imágenes, en lugar de en el campo. Este proyecto constituyó entonces un ejercicio para comprobar y demostrar que los drones pueden ser de gran ayuda en el reconocimiento y la documentación de áreas de gran tamaño, en lugar de emplearse sólo para fotografiar y filmar figuras previamente conocidas.
Después del trabajo de campo y el procesamiento de los datos, y una vez reconocidos patrones de distribución y las características visuales del terreno donde aparecen esas figuras, la tarea de identificar nuevas figuras se ha vuelto considerablemente más fácil. La mayoría de las figuras de Palpa se encuentran en escenarios específicos, como pendientes o faldas de las montañas, o en las mesetas, en áreas donde, debido a lo escarpado del terreno o al aislamiento, ha habido poca o ninguna circulación de animales o personas, lo que ha contribuido a su preservación. Usualmente el terreno tiene una capa superficial formada por un manto uniforme de piedras oxidadas oscuras, debajo de las cuales hay sedimentos compuestos de un material más claro. Afortunadamente en estos medios muy áridos las precipitaciones son escasas y el flujo de agua inexistente, por lo que la poca erosión que el agua causó es fácilmente perceptible a pesar de los miles de años que han pasado desde que se crearon las figuras. El principal problema de preservación en estos medios ha sido el viento, que puede soplar bastante fuerte y desplazar la superficie, exponiendo las piedras oscuras, y los daños causados por actividad humana.
Luis Jaime Castillo. Licenciado en arqueología por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), con una maestría y doctorado en antropología por la Universidad de California (UCLA).
Johny Isla Cuadrado. Bachiller en arqueología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Director del Sistema de Gestión Nasca-Palpa, de la División de Ica del Ministerio de Cultura.
Fabrizio Serván Rochabrunt. Bachiller en arqueología por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Asistente de investigación en el Programa Arqueológico San José de Moro.
Karla Patroni Castillo. Bachiller en arqueología por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Asistente de investigación en el Programa Arqueológico San José de Moro.
Luis Jaime Castillo et al. , “Descubriendo geoglifos antropomorfos del Periodo Paracas en Palpa”, Arqueología Mexicana, núm. 162, pp. 80-85.