Guerreros de Nayarit. Testimonios de una herencia ancestral

Raúl Barrera Rodríguez, Anna Kraczkowska

El significado de las actuales fiestas coras no es el mismo que el de las celebraciones prehispánicas; aunque se han mantenido ciertos aspectos ancestrales, se han incorporado otros con nuevos significados. Aun así, sorprende que después de tanto tiempo hayan sobrevivido muchos elementos culturales prehispánicos en las ceremonias y cosmovisión de las comunidades coras de Nayarit.

 

El Occidente de México es una sub-área cultural de Mesoamérica poco conocida. En comparación con otras regiones, de su vida prehispánica hay escasa información. Los contados relatos de acontecimientos relevantes ocurridos entonces en la región provienen de las crónicas u otros documentos escritos por conquistadores, misioneros y viajeros. Sin embargo, los hechos que recogen provienen sobre todo de la época de la conquista, es decir, del momento mismo del encuentro entre los habitantes indígenas locales y las huestes militares españolas. Hacen falta, pues, los datos que nos permitirían asomarnos con mayor conocimiento al pasado prehispánico de esa área.

La arqueología es una disciplina que mediante el estudio de los materiales excavados tiene la facultad de poder asomarse al pasado y reconstruirlo en parte. De aquí la importancia del proyecto de investigación que en años recientes ha llevado a cabo la Dirección de Salvamento Arqueológico del inah en El Cajón, Nayarit. Este proyecto, que tuvo su origen en la construcción de una presa hidroeléctrica, contribuyó notablemente al conocimiento del pasado cultural de la región. Destacan especialmente los trabajos realizados en el sitio La Playa, ubicado en la margen derecha del río Grande de Santiago, donde se excavaron múltiples tumbas de tiro con sus respectivos entierros y ofrendas.
Entre los hallazgos de La Playa, con una antigüedad de aproximadamente dos mil años, se encuentran muchos objetos de barro, como vasijas, cajetes y esculturas de animales y seres humanos. Entre estos últimos hay jugadores de pelota, siameses, músicos, ancianos, mujeres embarazadas y guerreros. Estas piezas, tan diferentes a las de otras partes de Mesoamérica, son un indicador arqueológico muy útil para conocer ciertos aspectos relacionados con la estratificación social y en general con la vida cotidiana de aquella época en el Occidente de México. Además, desde nuestro punto de vista, constituyen quizá la única posibilidad de acercarnos a las características reales que identificaban a la sociedad prehispánica de la región.

En este trabajo hacemos una comparación entre los elementos iconográficos representados en las esculturas de barro mencionadas y los “pintados” o “borrados” que forman parte de las celebraciones de la Semana Santa cora en la población de Santa Teresa del Nayar. Nuestra intención es proponer que el origen de algunos elementos de esta celebración de tradición prehispánica se remonta por lo menos a unos dos mil años de antigüedad, a la denominada tradición Tumbas de Tiro del Occidente de México.

 

Guerreros de barro

 

Las piezas más numerosas excavadas en La Playa son las de los guerreros. Sus representaciones en Nayarit poseen un estilo propio: tienen, respecto de otros sitios mesoamericanos, distintos rasgos faciales, cuerpo más robusto, otra decoración y pintura corporal. A estos guerreros nayaritas se les puede identificar de pie o en cuclillas. Entre los primeros, existen piezas de cuerpo cilíndrico, a manera de vasijas trípodes, que llevan sombrero o casco bicorne, algunas veces presentan tocado en forma de cresta de gallo y visten una rígida camisa protectora o peto. En opinión de algunos investigadores, es posible que esta camisa haya sido elaborada con gruesas capas de algodón para amortiguar los golpes recibidos en combate. Dichos guerreros se distinguen también por tener las piernas gruesas y los brazos pequeños. En las manos llevan un arma en forma de macana de madera.

 

Barrera Rodríguez, Raúl, y Anna Kraczkowska, “Guerreros de Nayarit. Testimonios de una herencia ancestral”, Arqueología Mexicana, Núm. 95, pp. 22-29.

 

Raúl Barrera Rodríguez. Arqueólogo. Investigador de la Dirección de Salvamento Arqueológico, INAH. Supervisor del Programa de Arqueología Urbana, Museo del Templo Mayor. 

Anna Kraczkowska. Licenciada en sociología y letras hispánicas. Colaboradora del Programa de Arqueología Urbana, Museo del Templo Mayor.

 

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