Las creencias, los testimonios y las huellas de los más antiguos seres humanos, plasmados en cuevas y paredes de roca hace miles de años, llegan por primera vez a nuestro país en la exposición temporal Frobenius, el mundo del arte rupestre, que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Instituto Frobenius para la Investigación Antropológica desarrollan en el marco del Año Dual México-Alemania.
Además de ser una “ventana al arte de los primeros hombres”, la exhibición es un ejemplo de los numerosos puentes que pueden tenderse entre las naciones a través del diálogo y la fraternidad, señaló la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, al presidir el acto inaugural de la muestra en el Museo Nacional de Antropología (MNA).
El director general del INAH, Diego Prieto Hernández, añadió que los 103 objetos que integran la muestra, y que pertenecen a la referida institución germana de la Universidad de Frankfurt, dan cuenta del espíritu “romántico y científico” que llevó a Leo Frobenius (1873-1938), a registrar y reproducir algunas de las más importantes y remotas manifestaciones rupestres de África, Europa y Oceanía.
Acompañados del encargado de Negocios de la República Federal de Alemania en México, Ludger Siemes, en representación del embajador Viktor Elbling; del profesor Karl-Heinz Kohl, ex titular del Instituto Frobenius; José Enrique Ortiz Lanz, coordinador nacional de Museos y Exposiciones del INAH; y Antonio Saborit, director del MNA, los funcionarios recorrieron la muestra que, hasta noviembre próximo, se presenta en la Sala 1 del recinto capitalino.
La exposición se compone por 70 imágenes que, ya sea por fotografías en blanco y negro, o a través de pinturas en acuarela hechas por Frobenius y su equipo, constituyen copias fieles de sus referentes prehistóricos.
Está complementada por una treintena de piezas, entre fotografías, archivos y audiovisuales, que reconstruyen las doce expediciones en África que Frobenius lideró personalmente, a la vez que dan cuenta de la recepción que en esa época tuvo su labor al interior de los círculos artísticos de París, Madrid, Budapest, Copenhague y Nueva York, donde por primera vez el público occidental observó creaciones de la Edad de Hielo sin trasladarse a las agrestes geografías en tales obras que suelen encontrarse.
Tras mencionar que dentro del Instituto Frobenius —creado por el propio explorador y reconocido como el más antiguo centro de investigación antropológica de Alemania— se tiene registro de que intelectuales como Pablo Picasso, Joan Miró, Pierre Bonnard y Georges Bataille, entre otros, asistieron a las presentaciones de la colección Frobenius, el profesor Karl-Heinz Kohl festejó que tan célebre acervo llegue a México.
“Casi 80 años después de inspirar a los artistas modernistas y surrealistas, la colección finalmente viene al país al que parece realmente pertenecer, es decir a México, donde la tradición del muralismo se mantuvo desde la historia más temprana, hasta la actualidad”, declaró.
Para Richard Kuba, curador de la exhibición y responsable de los archivos de Arte Rupestre e Imagen Etnográfica del Instituto Frobenius, el montaje rinde también un homenaje al empeño que el antropólogo y etnólogo alemán mantuvo desde 1890 para revalorar y difundir la cultura de las comunidades originarias de África, a las cuales vio amenazadas por el embate de la globalización y el colonialismo.
Antes y después de la Primera Guerra Mundial, dijo, Leo Frobenius recorrió países como Zimbabue, Botsuana, Sudáfrica, Namibia, Egipto, Libia y El Congo, buscando una continuidad al arte rupestre que floreció en Europa durante la Edad de Hielo. De acuerdo con las últimas dataciones, las manifestaciones encontradas en Australia e Indonesia se remontan hasta 40 mil años antes de nuestra era.
Junto con su equipo realizó cerca de cinco mil copias de arte rupestre, la más comprensible y completa colección en su tipo. Casi todas las imágenes fueron reproducidas en su tamaño original de lugares inhóspitos, como desiertos, montañas solitarias y cuevas escondidas. Los diseños, personajes y escenas que aparecen en las pinturas corresponden a los tiempos más tempranos de la humanidad.
El erudito alemán, quien incluso cuando ya no podía viajar por su avanzada edad envió comisiones a Indonesia, Papúa Nueva Guinea y Australia con los mismos fines, siempre daba a sus pintores una orden: “no lo idealices, toma nota de cada grieta y reproduce el arte justo como es. No lo hagas más bello de lo que parece”.
Tal consigna, aunó Kuba, se debía a su convencimiento en torno a la complejidad simbólica y el alto contenido estético del arte prehistórico, que ha sido fuente referencial para el desarrollo del arte moderno del siglo XX.
“Al copiar en lienzos pero también al traducir una obra tridimensional a un lenguaje de dos dimensiones, apto para un lector moderno, probó que nuestros ancestros no eran tan incivilizados como solía creerse, sino que producían un arte hermoso que simplemente no podemos leer actualmente”.
Pese a que el trabajo de Frobenius fue cayendo en el olvido cuando en la década de 1960 se inventó la fotografía a color, que relegó las copias pintadas de arte rupestre a una categoría tenida como “poco auténtica”, hoy esta evidencia adquiere nuevos valores documentales, en función de que algunos sitios registrados por el antropólogo en Sudáfrica o Namibia, por ejemplo, están dañados o incluso han desaparecido a causa del descuido gubernamental o las malas prácticas turísticas, lo que convierte a ciertas piezas de las más de ocho mil que hoy resguarda el Instituto Frobenius, en una suerte de “documentos originales”.
Narrativas paralelas
Si bien la exposición del MNA se centra en el arte rupestre de África, Europa y Oceanía, Richard Kuba precisó que también discurren en paralelo otras líneas narrativas.
“Una de ellas es la historia de las expediciones, que eran auténticas aventuras en medio del Sahara”, mencionó en alusión a ciertas fotografías que muestran las dificultades que a menudo sorteaba el equipo del antropólogo alemán, cuando recorría el desierto en grandes automóviles que añadió a sus temporadas en campo durante los años treinta.
Otro tema que se destaca es el rol de las mujeres en dichos viajes, toda vez que las pintoras contratadas por Frobenius podían tanto escribir artículos científicos, como manejar y reparar los pesados vehículos Ford que transportaban al grupo. “Ellas eran tan fuertes que alguien, en esa época, se refirió al instituto como una ‘pequeña Amazonia’”.
Un último gran tema es el de la conservación, pues afirmó que a pesar de que las pinturas rupestres son testimonios cuya antigüedad puede ir de los 10 a los 30 mil años, también son bienes culturales sumamente frágiles que se deben investigar, mostrar, pero sobre todo, preservar.
“Confío en que esta exposición en el Museo Nacional de Antropología, que considero es uno de los espacios museísticos más bellos del mundo, será una oportunidad para que el público mexicano conozca el arte rupestre de otras regiones, e incluso el de su propio país, el cual creo es fantástico pero permanece un poco a la sombra del arte precolombino”.
La exposición Frobenius, el mundo del arte rupestre estará abierta hasta el 5 de noviembre en la Sala 1 del Museo Nacional de Antropología (Paseo de la Reforma y Gandhi s/n). Los horarios son de martes a domingo, de 9:00 a 19:00 horas, y el acceso es con el boleto de entrada al museo, cuyo costo es de 70 pesos, salvo estudiantes, maestros, menores de 13 años, adultos mayores y personas con discapacidad. El domingo la entrada es libre a nacionales y extranjeros residentes en México.
Dirección de Medios de Comunicación (INAH)