Itzcóatl, “Serpiente de obsidiana” (1427-1440)

Su nombre, que significa “serpiente de obsidiana”, se representa como una serpiente con puntas de obsidiana sobre el cuerpo. Nacido en 1380, fue hijo de Acamapichtli, primer tlatoani mexica, y una mujer tepaneca, al parecer una esclava o una sirvienta. Hermano de Huitzilíhuitl, segundo tlatoani, y tío de Chimalpopoca, quien lo antecedió en el trono, y de Moctezuma Ilhuicamina, quien fue su sucesor. Se sabe que tuvo varias esposas y siete hijos, ninguno de ellos entre los tlatoque de épocas posteriores.

 

Impulsor definitivo de la hegemonía mexica sobre los pueblos de su época, en más de un sentido Itzcóatl puede considerarse el fundador del imperio mexica. Fue durante su reinado que los mexicas se liberaron de la tutela tepaneca, que se estableció la alianza con Tacuba y Tetzcoco, y que se formalizó la estructura política acorde al nuevo papel de Tenochtitlan como cabeza de una poderosa entidad que tenía como sustento principal los tributos de los pueblos sujetos.

Las crónicas señalan que tomó el poder a la edad de 47 años, en un momento en que Tenochtitlan vivía un fuerte acoso por parte de los tepanecas de Atzcapotzalco, quienes habían asesinado a Chimalpopoca. En virtud de esta grave situación, Itzcóatl resultaba el sucesor adecuado tanto por su ascendencia como por su experiencia y probada capacidad en asuntos militares. Había ejercido el cargo de tlacochcálcatl  durante el reinado de Huitzilíhuitl y Chimalpopoca.

Gracias a su experiencia y al conocimiento del manejo de las situaciones políticas, Itzcóatl fue capaz de ponderar adecuadamente la importancia de contar con ayuda para enfrentar al poderoso imperio tepaneca. Antes de emprender la batalla definitiva contra Azcapotzalco, estableció alianzas con los tepanecas de Tacuba, cuyo gobernante Totoquihuaztli rivalizaba con Máxtlatl y con Nezahualcóyotl de Tetzcoco, también con añejas rencillas con aquella ciudad. En lo interno contó con la colaboración de dos importantes personajes, su sobrino Moctezuma Ilhuicamina y, principalmente, Tlacaélel. Éste, desde el cargo de cihuacóatl , fue un influyente factor en la toma de las decisiones que desembocaron en la derrota de Atzcapotzalco en 1428, tras una batalla que duró 114 días.

Tras su victoria, Itzcóatl emprendió una profunda transformación de la estructura política mexica al conceder títulos a quienes habían apoyado y se habían distinguido en la guerra contra los tepanecas, y al repartir tierras de los pueblos conquistados entre la nobleza mexica. A esta renovada conciencia de la grandeza de su pueblo se relaciona la decisión de Itzcóatl de destruir los documentos que resguardaban la historia de los pueblos de la región, y ordenar la elaboración de otros en que se destacara la importancia del pueblo mexica. Emprendió además el engrandecimiento de Tenochtitlan, para lo cual fue fundamental el acceso recién conseguido al tributo de los pueblos sojuzgados.

Tras la derrota de Azcapotzalco, Itzcóatl en compañía de sus nuevos aliados llevó a cabo incursiones para someter a las ciudades en la Cuenca de México que pertenecían al antiguo dominio tepaneca, requisito indispensable para asegurar la permanencia de su dominio. Itzcóatl además realizó campañas en regiones más distantes con el fin de conquistar pueblos que tributaban a los tepanecas. A diferencia de los gobernantes de Azcapotzalco, cuya política sobre los pueblos conquistados consistía en deponer e incluso asesinar a los gobernantes, Itzcóatl los mantenía en su puesto –si bien se apropiaba de tierras en su territorio, las que eran concedidas a la nobleza mexica y de los pueblos aliados–, con lo que aseguraba que siguieran funcionando adecuadamente y entregaran regularmente el tributo requerido. Aunque formalmente compartían el poder con los otros integrantes de la alianza, lo cierto es que desde el inicio Tenochtitlan la encabezaba y sacaba el mayor provecho de ella. Itzcóatl murió en 1440, a la edad de 60 años, y dejó un importante legado. Al final de su reinado, los mexicas habían pasado de una situación de vasallaje a convertirse en la ciudad más poderosa de la Cuenca de México y se encontraban a la cabeza de la alianza que a la larga dominaría buena parte de Mesoamérica.

Tomado de Enrique Vela, Arqueología Mexicana, Especial 40,  Los tlatoanis mexicas. La construcción de un imperio.