LA ESCRITURA JEROGLÍFICA NÁHUATL

Por: Albert Davletshin y Erik Velásquez García

 

La escritura jeroglífica náhuatl, junto con la maya, es uno de dos sistemas mesoamericanos fonéticamente descifrados en la actualidad. Esta escritura logosilábica desempeñaba un papel clave en la vida política y social del imperio mexica.

Durante los últimos años los jeroglifos nahuas del siglo xvi han sido objeto de renovado interés, en larga medida debido a los planteamientos del epigrafista Alfonso Lacadena García-Gallo (1964-2018). Lacadena retomó las lecturas fonéticas propuestas por Joseph Marius Alexis Aubin (1802-1891), actualizó sus argumentos con base en la teoría de escritura moderna y de esta manera avanzó nuestro entendimiento de la escritura náhuatl, En términos generales puede decirse que sus ideas, seguidas y desarrolladas hoy por otros autores, consisten en que la escritura bajo discusión fue desarrollada para registrar la lengua náhuatl y era un sistema logofonético, que funcionaba mediante la combinación de silabogramas (signos fonéticos que representan sílabas, sin significado) y logogramas (signos palabra que representan lexemas en su totalidad, sus significados y formas fónicas). Una de las características de esta escritura es que se especializaba en la representación de nombres personales, topónimos, fechas calendáricas y objetos de contabilidad, aunque a veces en los documentos aparecen frases cortas con verbos e incluso el habla directa.

Las grafías nahuas guardan un estilo pictórico naturalista, lo cual suele confundir respecto a los límites entre la imagen y el texto. Por ello mismo al estudiar ese tipo de escrituras es importante observar la conducta de los signos y su articulación con los demás para determinar su valor de lectura, más que su diseño icónico o figurativo. El desciframiento de la escritura náhuatl se basó en mayor parte en el estudio de las anotaciones aclaratorias con caracteres latinos que en muchas ocasiones acompañan a los jeroglifos y los interpretan en náhuatl o en español. Muchos signos todavía esperan sus descifradores.

Reglas de composición
En la escritura jeroglífica náhuatl los signos se agrupan en cartuchos o bloques separados por espacio. Los signos dentro de un bloque no siguen un orden de lectura estricto, aunque existe una fuerte tendencia a que se lean de abajo hacia arriba y de derecha a izquierda (imagen). Los bloques jeroglíficos también tienden de leerse de abajo hacia arriba. A veces una línea conectora vincula dos o tres bloques, indicando su estrecha relación sintáctica.

Repertorio de signos
El repertorio conocido de signos en la escritura náhuatl consta de silabogramas (signos fonéticos), logogramas (signos palabra), signos de notación (numerogramas, entre otros) y dos signos de puntuación (espacio y línea conectora). En la actualidad se conocen signos fonéticos de la escritura náhuatl para 49 sílabas abiertas, cuyo valor de lectura es de consonante-vocal (pa, pe, pi, po) o simplemente de vocal (a, e, i, o), etc. El número total de las sílabas abiertas en la lengua es 71 y entonces los signos fonéticos para 24 sílabas esperan su desciframiento. Se conocen también signos fonéticos de cinco sílabas cerradas con estructura vocal-consonante: il, es, il, ix, ok y ol. Los silabogramas abiertos forman el núcleo base de la escritura porque por medio de ellos se puede escribir cualquier palabra u oración del náhuatl clásico. En la escritura con silabogramas abiertos las consonantes al final de sílabas no se indican. Aunque algunos autores creen que los silabogramas nahuas se desarrollaron por influencia del alfabeto europeo, ya eran abundantes durante los momentos más convulsos de la conquista, lo que prueba que son de origen prehispánico.

A diferencia de los signos fonéticos, que solamente representan sonidos, los logogramas transmiten lexemas en su totalidad –sus formas fónicas así como sus significados. Los logogramas A, ā-tl, “agua”, y E, e-tl, “frijol”, por ejemplo, nunca se utilizan para indicar las sílabas a y e en otras palabras. Los valores de lectura de los logogramas se dan en mayúsculas para no confundirlos con silabogramas. Entre signos palabra se pueden distinguir logogramas nominales que representan sustantivos y logogramas verbales que corresponden a verbos. Los logogramas nominales representan raíces, es decir, sustantivos desprovistos de los sufijos absolutivos -tli, -tl, -li o -in: AYO, de āyō-tl, “tortuga”, CHAN, de chān-tli, “casa, morada”, etc. Los logogramas verbales representan bases del pretérito: NEM, de nemi, “vivir”, TOLO, de tōloa, “inclinar la cabeza”, CHOLO, de choloa, “huir, saltar”, etc. Un grupo restringido de logogramas transmite palabras derivadas o locuciones idiomáticas, como por ejemplo AKAXOCH, āka-xōch-tli, “flor de caña”, o KOATLICHAN, kōā-tl-ī-chān, “hogar de serpientes”. Los logogramas sólo tienen valor de lectura en náhuatl, porque en ninguna otra lengua del mundo las palabras ā-tl y e-tl significan “agua” y “frijol”, para cuya escritura se utilizaban los signos A y E. Como hemos podido ver, los logogramas no conllevan vocales largas, que eran suplidas por el lector antiguo gracias al contexto.

En la escritura náhuatl también existen signos de notación que representan conceptos técnicos en un área particular de conocimiento y además de un valor de lectura fonético poseen un valor notacional, por ejemplo, signos numéricos, signos de cantidades o del calendario sagrado. Se pueden considerar como una categoría especial de logogramas, pero a diferencia de éstos no suelen ir acompañados por complementos fonéticos. Los numerogramas de las escrituras contemporáneas se comportan de la misma manera.