Laura Solar, Laura Magriñá, Lourdes González
Los atuendos de las figurillas Mazapa y de las malinches cuentan con muchos elementos simbólicos, y es muy posible que las variantes sincrónicas entre piezas arqueológicas se deban fundamentalmente a las exigencias particulares en la parafernalia durante distintos momentos del ciclo ritual anual.
A principios de la década de 1930, las excavaciones de George C. Vaillant y Sigvald Linné establecieron las bases para la secuencia cultural y cronológica de los desarrollos prehispánicos en el altiplano central mexicano. Las exploraciones en las ruinas de Teotihuacan, estado de México, y sus alrededores, así como en algunos sitios al sur, permitieron reconocer varios “horizontes” a partir de los cuales se estableció una secuencia que, en esencia, sigue vigente para la arqueología de la Cuenca de México. Dicha secuencia es, también, sobre la cual se basaron por mucho tiempo las fases en las demás regiones del México antiguo.
Escasos metros al norte de la Pirámide de la Luna, en el poblado rural de San Francisco Mazapa, Linné logró separar con claridad los elementos diagnósticos de una cultura que, partiendo de los hallazgos estratigráficos de Vaillant, fue posterior al esplendor teotihuacano pero anterior al mundo azteca.
Pocos años después, Jorge Acosta localizó los mismos materiales asociados a la fase temprana del asentamiento en Tula (siglos X al XII de nuestra era), y a ello se debe que hasta la fecha se le considera una cerámica diagnóstica de lo “tolteca”, y a la presencia de algunos de sus elementos en sitios muy distantes, un supuesto símbolo de expansión imperial.
Para los fines de esta exposición, nos centraremos en los atributos de las terracotas más representativas del complejo Mazapa (o Mazapan), y en los alcances de su distribución, para posteriormente ofrecer algunas reflexiones sobre las sugerentes semejanzas entre estas imágenes de barro y el atuendo de las malinches de los coras del Gran Nayar. De mostrarse extensiva al plano simbólico, esta correspondencia iconográfica podría resultar de gran utilidad para avanzar en el estudio del simbolismo y la función ritual de las figurillas prehispánicas, gracias al trabajo etnográfico.
Atributos y distribución de las figurillas Mazapa
Las figurillas Mazapa más comunes fueron manufacturadas en molde y se caracterizan por una forma general tabular, con la superficie dorsal carente de acabado o decoración. En el anverso se muestran en relieve algunos rasgos corporales, por ejemplo la nariz o las manos y –en los ejemplares femeninos– los senos. También se representa el atavío de los personajes, especialmente el vestido, las orejeras y el tocado. En ocasiones sobresalen los pies, proyectados hacia el frente para mantener erguidas las figurillas. Los detalles del atuendo se logran mediante líneas finas, también en relieve, producto de la presión de la arcilla fresca en el fondo del molde, y luego se resaltan con pintura de varios colores. En los ejemplares más sencillos, todos los detalles fueron pintados sobre una superficie plana de tendencia rectangular. La pintura se aplicó posterior a la cocción de las piezas, de modo que se pierde con facilidad y en la mayoría de los fragmentos conocidos apenas se aprecian vestigios de lo que debió ser una profusa decoración.
Aunque se apegan a un concepto genérico, las figurillas Mazapa exhiben algunas diferencias dependiendo de la región en la que se localicen. El rasgo más sintomático de esta diferenciación es el tocado, que ofrece notorias variaciones; de cualquier modo, en las representaciones femeninas –que son las más frecuentes– por regla general se presenta una banda horizontal encima de la frente, de la cual descienden dos bandas verticales que enmarcan la cara y rematan cerca de los hombros, representando el cabello; las orejas nunca son visibles, fueron sustituidas por orejeras circulares. La banda horizontal central, en ocasiones decorada, ciñe el peinado o tocado, que puede variar en atributos y también en complejidad.
Solar, Laura, Laura Magriñá, Lourdes González, “Las figurillas de Mazapa y las malinches de los coras”, Arqueología Mexicana núm. 108, pp. 66-71.
• Laura Solar Valverde. Arqueóloga, Centro INAH Zacatecas y Universidad de Gotemburgo.
• Laura Magriñá. Etnohistoriadora, Centro INAH Nayarit y Universidad Iberoamericana.
• Lourdes González. Arqueóloga, Centro INAH Nayarit.
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